A las 8 de esta mañana vi la Tierra Firme española, a saber el cabo Cordero [Codera]. Esta estupenda línea de montañas obscurecía el distante horizonte, perfilándose como el gigantesco espectro de algún desaparecido continente del mundo antediluviano. Sopló una brisa bastante fresca hasta las tres más o menos, cuando cesó, dejándonos en una calma total, balanceados por una larga marejada del este. En estas condiciones cayó la noche, hallándonos a unas 8 millas de la costa, y habiendo podido ver desde lejos, con nuestros catalejos, desde unas horas antes, la población de La Guaira y las sublimes alturas que se alzan inmediatamente detrás de ella. Ciertamente, estas terribles cordilleras de montañas exceden sin duda en magnificencia y estado silvestre (hasta donde puedo juzgar ahora), a las del Cáucaso y el Curdistán, pero exceptúo el Ararat. Hasta las 12 de hoy recorrimos 187 millas.