Visité al coronel Smith, a quien no le gusta nada esta calma. No sé por qué, salvo por la prisa del grupo de Páez de hacer contrato para adquirir pertrechos militares, con algunos americanos. El patriotismo es una cosa noble, particularmente en el pecho de algunos. El general Mariño y uno o dos más, hasta un sueco llamado De Roote, y además otro guerrero americano de Colombia, y también el contratista: sé de buena fuente que de los $300.000 que habrá de pagar el gobierno por las armas, pólvora, cinturones, etc., casi las tres cuartas partes irán a beneficiar a los patriotas encargados de hacer el contrato. Uno de ellos me dijo en secreto, que el general Mariño le había dicho que habría ¡un 50 por ciento de propina solo para él! Así, pues, tenemos en movimiento un grupo que va a solucionar las injusticias públicas, y supongo que el manifiesto peculado que ejercen dentro de él individuos en la sede del gobierno (e igualmente flaquean en virtud política) no es menos insaciable. El jefe tiene virtudes por encima de esto además de muchas otras, pero me temo que sus consejeros le arruinen tanto a él como a la causa. Si se hace este contrato no hay duda de que Páez se aleja de las leyes existentes. El cónsul americano doctor Litchfield cenó conmigo. Termómetro, 24 y 25.