Recibí las cartas de Valencia que trajo el coronel O’Leary: las había dejado en manos de un tal coronel Woodberry #001-0125, del servicio colonial. Por una de estas comunicaciones me entero de que el Gobierno de Bogotá aprobó un decreto el 8 de julio, que estipula que Venezuela queda de facto al margen de la obediencia constitucional del Poder Ejecutivo de la República. La república deja de ser responsable de la seguridad individual y de la de las propiedades de los extranjeros residentes en Venezuela, o que fueran a residir allí durante el actual estado de cosas en el departamento. Este inoportuno decreto seguramente producirá efectos más malos que beneficiosos, no solo por lo que respecta a la seguridad de todas las personas y propiedades en esta provincia, sino también porque es probable que aumente la idea ya prevaleciente de que el ejecutivo tiene un desprecio personal por Venezuela, así como por cada uno de sus ciudadanos, y nunca pierde la ocasión, incluso en actos públicos, de demostrar su antipatía hacia este departamento. Si Bolívar no llega pronto y este decreto se hace público, los descontentos no dejarán, por desesperación, de pedir un gobierno independiente, estando como están en estado de desobediencia a la sede suprema. No hay más noticias. No llueve. Termómetro a las 7, 23 y 24, a las 4.