Fui a ver al general Mariño para saber si se había detenido el intercambio de cartas entre nosotros y Bogotá. Dijo que en realidad no lo sabía, pero que creía que no. Lo cierto es que el coronel Carabaño, desde la partida del general Páez al Apure, se ha apoderado o ha hecho apoderarse de todo el correo que va y viene, para gran impedimento del comercio y violando la confianza y fe públicas. El general Mariño me dijo que Bolívar aún estaba en Lima y no tenía intención de venir aquí. Cuando intenté demostrar tanto el deber como la necesidad por parte del Libertador de aparecer entre sus compatriotas se irritó un poco, y no seguí hablando del tema. Luego me mostró la copia de una carta de Bolívar, traída por el coronel O’Leary a Páez y fechada, creo, en Magdalena, Perú, el 20 de mayo de 1826, en la cual dice que le verá el año que viene y que le anexa varias copias de la forma de Constitución que le ha dado a la República de Bolivia, que era la única forma que podía darle al país que lleva su nombre; y añade que cuando se lleve a cabo una reforma (supongo que alude a 1831, refiriéndose a la gran reunión de los Estados) en la de Colombia, tal vez sería aconsejable darle la misma a sus compatriotas. Esta carta fue escrita antes de que siquiera se enterase de la acusación hecha contra Páez por el senado, pero como despachó a O’Leary al recibir esa información, no cabe duda de que o le volvió a escribir a Páez, o instruyó confidencialmente a su edecán de lo que debía decirle al general sobre el tema. En un caso u otro, no es probable que Páez divulgue la substancia de ambas hasta que se reúna con los de su partido, y ni siquiera entonces si el asunto le ha abierto los ojos sobre las intenciones de algunos de sus asesores y consejeros que, según me dijo el general Mariño, habían llegado a Valencia. Por la noche fui a ver al intendente y, por el camino, me encontré con el general Mariño, quien me informó que había tenido noticias oficiales de que la isla de Margarita, Cumaná y la provincia de Barcelona se habían declarado en el mismo sentido que las demás municipalidades, y que la noticia la había traído un tal doctor Martínez, uno de los diputados que habían sido enviados hacía algún tiempo de Caracas al general Bermúdez. De ser así, entonces del Magdalena al Orinoco todos han declarado sentimientos similares. El intendente no me dio ninguna información nueva, salvo que Páez había querido darle un lugar de cita pues no era probable que viniera aquí durante unos cuantos días; y el doctor está totalmente convencido de que (a pesar de la publicidad que Mariño ha dado a su firme creencia de que Bolívar aún está en el Perú) el presidente está en Mérida o cerca de allí, y que Páez ha recibido información oficial en ese sentido y está esperando el momento de ir a encontrarle para entrevistarse con él. O’Leary fue a Valencia y ha seguido a Bogotá, donde Bolívar le había dicho que quería encontrarle a su regreso de Venezuela. Un tal señor Powle, oficial del regimiento Anzoátegui, cenó conmigo. Sale para Valencia mañana. Le di una carta que llegó de Inglaterra para el capitán Rola. Termómetro, 23 a las 7 y 24, a las 4. No ha llovido.