La señora Briceño nos invitó a un desayuno, que, en realidad, fue una comida. Consistió en hervidos de pescado, un jamón, huevos, papas, plátanos, vino, queso, etc. Después de que ella y el resto de las mujeres, así como nosotros, hubiéramos hecho amplia justicia a las viandas, tomamos café, pero era tanto lo que se parecía a una comida más tardía, que cuando la divina anfitriona de la jarretera brindó porque la sabiduría de Inglaterra pudiera apaciguar los concejos [municipales] de Venezuela y consolidar sus instituciones por su ejemplo, pensé que estaba listo para la noche. El general Mariño, acompañado por los señores Guzmán y Rivas, zarpa mañana en la goleta Independencia para Margarita y Cumaná, a fin de conciliar y concertar medidas para un mejor entendimiento con Bermúdez. Hoy me visitó el general Páez, pero no estaba en casa. Termómetro, 22 a las 7 y 25, a las 4. No ha llovido.