111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111
Capítulo II Venezuela tierra turbulenta
1825 noviembre 27 - 1827 enero 07
Venezuela tierra turbulenta
1825 noviembre 27 - 1827 enero 07
Subcapítulos
Caracas

Terminé un boceto de un cuadro de Bolívar recientemente pintado en Lima. Es de cuerpo entero y no tiene mostachos. Se lo envió a su hermana y ella tuvo la gentileza de dejármelo copiar. Me han dicho que un ángel rubio de la ciudad del sol (Cuzco), por quien este héroe de Colombia tiene una bienquerencia (porque, dicho sea de paso, no es ligera su adoración por las damas) expresó su disgusto por estos primitivos adornos del labio superior; y al día siguiente se había cortado los compañeros de sus días de batalla y agitada gloria para suavizar el camino hacia el amor y el placer. El cuadro representa a una persona de estatura más bien baja, de buen semblante pero con una sonrisa pensativa tal vez tendente a la melancolía, la nariz aquilina, los ojos, no grandes, coronados por un buen par de cejas negras, la cara arrugada en varios sitios, particularmente la frente. Su hermana me dice que recientemente ha ido perdiendo el pelo y se ha quedado algo calvo, pero todavía lo tiene negro y con tendencia al rizo. Me dice que tiene alrededor de 45 años. Pedí una muestra de su escritura y ella, con mucha gentileza, me dio una de sus cartas que era tanto valiosa como interesante, particularmente porque habla de su Constitución Boliviana. Era como sigue:

Magdalena, (entre Lima y Cuzco), a 29 de mayo de 1826.

Mi querida Antonia:

Por el correo pasado contesté tus últimas cartas sin que me quede nada que añadirte. Únicamente te vuelvo a repetir que mi vehemente deseo es que se venda la propiedad de Aroa en los términos que te dije en mi última carta, pues yo quiero tener este recurso en Inglaterra para que nos sirva en cualesquiera circunstancias. Si no se puede lograr la venta de esta posesión a menos de un sacrificio podrías aprovechar la ocasión de hacer un buen contrato por las vetas de plata que se han descubierto últimamente, independiente de las de cobre, pues que ello nos facilitaría las ventajas en la venta de la posesión pudiendo transmitir al comprador el contrato del arrendador.

Tan lejos estoy de pensar en abandonar mi título de Libertador, que ahora mismo acabo de presentar a la República Boliviana el proyecto de Constitución y el discurso que te acompaño para que lo veas. En esta Constitución se concilian los deseos de los federales demócratas, y aun aristócratas y se conserva al mismo tiempo la libertad y la igualdad, unidas a la estabilidad y el orden. Quiero, pues, que esta Constitución y este discurso los hagas reimprimir en la mejor imprenta de Caracas, con todo el lujo posible y bajo la inspección de uno de nuestros más instruidos compatriotas que cuide de la ortografía y aun de la enmienda del estilo, a fin de que pueda correr por todas partes. Ojalá que este proyecto pudiera servir para la próxima reforma que debe hacerse en la constitución [de Colombia] el año 31...!

Estoy por fin muy resuelto a ir a Venezuela en todo el año que entra pues que estoy convencido de que mi presencia es necesaria en el país. Saluda a todos los parientes y amigos. Soy tu hermano afectuoso. Simón

En Agosto me voy de aquí para Colombia. Compón pues la casa de San Mateo: yo no quiero vivir en Caracas. Si hubiera una quinta bonita la pediré prestada por unos días. Tuyo mil Veces. Simón.

Lo cierto es que Bolívar dice, realmente, que «su presencia es necesaria para el país». A su ausencia se deben todos los males actuales. Y si resultan ser males —sea, al fin, como fuere—, si él hubiera estado al timón no hubieran ocurrido. Y estas reformas que ahora se reclaman con tanta turbulencia, se hubieran hecho tranquilamente con toda probabilidad en 1831, momento este fijado por la Constitución para hacer las que se hubieran requerido, a causa de la debilidad del edificio y la avaricia de los hombres sin amor a la patria. De cualquier manera, Bolívar ha dejado avanzar mucho las secuelas de su quijotesca aventura. Hace poco tiempo escribió a Páez, a causa de los recientes movimientos en Venezuela. Solicité al general una copia de la carta en cuestión, estando seguro de que contenía materia de interés considerable con respecto a nuestros destinos presentes y futuros (o sea, hasta el punto en que él permita que se realicen). El general Páez en su respuesta ciertamente cumplió con los dos deberes de amigo y personaje público: me dio información sobre la que puede calcularse y reflexionarse mucho, en cuanto a recapitular y actualizar circunstancias pasadas. Rezaba así:

Señor: La lectura de su carta de ayer me dio el más vivo placer por los generosos y sinceros sentimientos que Ud. me expresa sobre las recientes noticias agradables recibidas del Libertador en la noche del 28. De hecho, he recibido una carta del Presidente fechada en Lima el 8 de agosto, que trajo expresamente el señor Guzmán. Como es confidencial y no oficial Ud. comprenderá que sin consultar la opinión de mi amigo, o violar las leyes de la amistad, no podría, por mí mismo, enviarle una copia de su contenido. Me recuerda en ella circunstancias pasadas, sobre las que hace muchas observaciones que la marcha del tiempo ya ha verificado, al conectarlas con los incidentes del día, que aparecen como resultado natural de las causas a que se alude. Lejos de manifestarse en contra de la voluntad del pueblo en favor de una reforma de nuestras instituciones actuales antes de la época fijada, está dispuesto a cooperar para su logro, no por la fuerza, ni por medidas irritantes, sino por medios pacíficos que nazcan de la voz espontánea de la Nación. In fine, nada de lo que se haya hecho hasta ahora ha merecido su desaprobación; y me encarga con la mayor honestidad continuar manteniendo el buen orden, y esforzarme hasta el máximo en mi poder por sofocar la llama de la discordia civil, que es el azote más fatal que pueda recaer sobre el país. No me indica el momento de su regreso a Bogotá, pero el señor Guzmán me informa que el propio Libertador le ha encargado decir que en el curso del mes de diciembre se puede esperar que llegue a aquella ciudad, a fin de convocar la Gran Convención. Puede Ud. hacer uso de la presente información en la forma que le parezca más apropiada. Aunque necesita la firma de Bolívar para que sea oficial, de todos modos tiene a su favor el peso de la verdad. Ofreciendo a Ud. mi más alto sentido de reconocimiento por la aprobación que tan amablemente expresa Ud. de mi conducta en la dirección del poder que me ha confiado el pueblo, permítame asegurar a Ud. que nunca me alejaré del respeto que debo a la opinión pública, y el nombre de colombiano. Soy de Ud. señor, etc., etc. (firmado)]. A. Páez.

Un tal señor Murdoch cenó conmigo. A casa de O’Callaghan por la noche. Termómetro, 22 a las 7 y 25, a las 4. Un poco de lluvia.

1
111
111
111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111
U