El señor Rojas vino a verme esta mañana y me leyó una carta de Núñez de Cáceres, primer secretario del general Páez, fechada en Valencia el 15 de diciembre, que reza así:
Sin tener la autorización, escribo unas cuantas líneas para mis amigos en general. El coronel Diego Ibarra llegó aquí anoche a las 11 con cartas del Libertador; quien debió haber salido de Bogotá con destino a Venezuela el 25 del mes pasado. Los enemigos del general Páez y de Venezuela se verán sumidos en la vergüenza, cuando se enteren de las alabanzas que el Libertador le depara por la línea de conducta que ha observado, y de lo agradecido que le está por los incalculables beneficios que le ha dado al país al evitar los males que podrían haber envuelto a toda la República. Todo está seguro, y no hay nada que temer; y bien saben ustedes que no soy el más confiado. La falta de tiempo me impide entrar en detalles. En Bogotá han tratado al Libertador infamemente: se quejan de que está rodeado de enemigos y gente peligrosa, porque no quiso prestarse como instrumento de venganza. Ha despedido a O’Leary y le ha quitado su confianza, porque en lugar de transmitir al general Páez sus sentimientos y seguridades, obró de manera bien opuesta, al tomar para sí la comisión de otro. En fin Bolívar está asqueado de los empleados y sus abogados, que han arruinado la república con sus sofismas. Solo quiere ser venezolano y un verdadero caraqueño, estimado más que ninguno en toda Colombia. Comunicad esto a mis amigos, y aseguradles que no obrará en forma alguna en contra de los deseos de Venezuela y del General Páez, etc. (firmado) Núñez.
Poco tiempo después una carta del coronel Campbell, encargado de negocios británico en Bogotá, fechada el 18 de noviembre, confirmó la llegada y partida del Libertador. También dice que el pueblo de esa ciudad no dio a S. E. la entusiasta bienvenida que debió.
Confío que toda Venezuela estará encantada de verle. Es hombre capaz de ganarse todos los corazones, y con todo, si bien es cierto que el pueblo en general le recibió con gran entusiasmo, hubo un gran fallo por parte de la bribona Municipalidad de Bogotá, que, creo, le ha enemistado algo con Colombia, pero confío que su ciudad natal, por su calurosa recepción, le vuelva a reconciliar con este país.
Así vemos la envidia y ofensa de los del bando del vicepresidente, que muestran su pequeñez por lo que ha sucedido aquí: su conducta hacia el Libertador, por medio de la cual le han hecho amigo de Páez y de los venezolanos, así como de la federación, si es que todo lo que dice Núñez es cierto. El general Páez se fue de la ciudad de Valencia el 16 para adelantarse a recibir al Libertador. La entrevista será de lo más interesante y espero que el abrazo que se den eche sólidos cimientos para la felicidad y futura prosperidad de Colombia. Antes de partir, el jefe Civil y Militar hizo el siguiente discurso al pueblo:
Venezolanos: Cesaron todos nuestros males: el Libertador desde el centro del Perú oyó nuestros clamores, y ha volado a nuestro socorro: su corazón venezolano todo, y todo caraqueño, os trae la grandeza de su nombre, la inmensidad de sus servicios, y todo el poder de su influjo por prendas de su ternura, de vuestra seguridad y de vuestra unión: se desprendió de la dictadura con que el reconocimiento exigía sus servicios en un país lejano, desde el instante en que su suelo patrio le llamó para su consuelo como un ciudadano. Nuestro hermano, nuestro amigo se acerca a nosotros abiertos los brazos para estrecharnos en su corazón: el hijo más ilustre de la patria, la gloria de Venezuela, el primer héroe por sus hazañas en los campos de batalla, vuelve con el amor más puro a ver a sus antiguos compañeros de armas, y los lugares donde están los monumentos de su gloria: él viene para nuestra dicha, no para destruir la autoridad civil y militar que he recibido de los pueblos, sino para ayudarnos con sus consejos, con su sabiduría y consumada experiencia a perfeccionar la obra de las reformas.
Preparaos a recibir como la tierra árida el fecundo rocío de tantos bienes, que va a exceder a vuestras esperanzas. Bolívar era grande hasta la admiración: Venezuela de hoy en adelante le debe la apoteosis. Entregaos al placer más puro sin mezcla de temor. Estoy autorizado para haceros esta promesa: si todavía queréis más, mi vida, mi honor, y mi propia sangre son vuestras garantías. Sea todo contento, júbilo y placer: venezolanos, olvidad vuestros males: el Gran Bolívar está con nosotros.
Dado en el Cuartel General de Valencia, a 15 de diciembre de 1826 (firmado) José A. Páez.
Todo el día de hoy llovió a cántaros. Este tiempo es muy raro en este período del año, pues la estación lluviosa ha terminado hace mucho tiempo. Velada en casa de O’Callaghan. Termómetro, 21 a las 7 y 22, a las 4.