Los comerciantes, al recibir mi carta por medio del señor Ackers, enviaron un memorial al señor Alex Cockburne. Pero toda la substancia de su despreciativo documento hacia mí eran los vales, y decían que en vista de que no podían obtener sus reivindicaciones por intermedio mío, se dirigían a él. El resultado es que S. E. me exonera de manera muy elegante, diciendo:

que para hacerle estrictamente justicia a Sir Robert Porter, se veía obligado a decir que, en todos los casos que han llegado a su conocimiento, lo ha encontrado decididamente dedicado y atento a sus deberes, y puede agregar que Sir Robert no dispone de influencia común en el Gobierno ante el que ha sido acreditado.

Con respecto a los vales, agrega:

Es notorio que se han cometido muy extensas falsificaciones de los documentos en los cuales ustedes (los comerciantes) han considerado apropiado arriesgar sus bienes. No puedo, como ministro británico, pretender poner en duda el derecho de este Gobierno a protegerse contra tales falsificaciones y adoptar las medidas que considere más conducentes a este fin, ni podría sentirme justificado para protestar contra la alteración que el Gobierno ha considerado apropiado hacer al permitir que se reciban los vales como parte de pago para las exportaciones, en lugar de los aranceles de importación.

Con esto creo que mi viejo enemigo el señor Ackers no estará más cerca de la consecución de su objetivo que cuando recibió mi contestación. El antedicho memorial solo iba firmado por el señor Ackers, Quil & Mc Whirter, y un tal señor Anderson. Así que esta es la voz del conjunto de los comerciantes británicos: los más respetables de los cuales, naturalmente, no le han hecho ni el menor caso. Nada más de nuevo. El Libertador se prepara para viajar el día 4. Wilson, como de costumbre, cenó con nosotros. Termómetro, 23 a las 7 y 26 a las 4. Lluvia con truenos y muchos rayos.