Nada muy extraordinario, salvo la llegada del correo de Bogotá, y nada que confirme el exagerado informe de ayer. Por los documentos públicos procedentes de la sede del Gobierno está claro que Bustamante, a pesar de todas sus aserciones y manifiestos de que venía a respaldar la Constitución y las leyes de la república, estaba en complicidad con Vidaurre y el Gobierno del Perú para hacer de Guayaquil un Estado independiente regular y federarlo con el Perú. Estando preso como lo está, debería ponérsele como ejemplo, ¡¿pero lo será?! Esta mañana di un paseo largo y por la costumbre que tengo ahora de cabalgar a solas, no tengo deseo de que se me una ni el señor Lievesly en su mula. Esta tarde fui a casa del intendente doctor Mendoza, y hablamos largamente del estado del país y sus futuras esperanzas y planes probables de gobierno. No cree que la Gran Convención pueda reunirse antes de noviembre o diciembre de 1829 y probablemente no antes de enero de 1830, que era su fecha original, y en la cual se sellará la futura felicidad o desgracia de Colombia. Por mi parte, no alcanzo a entender por qué tienen que pasar quince meses desde septiembre del año que viene para que puedan reunirse los diputados de los diversos departamentos. Creo que lo que sucede es que el jefe y los jefes quieren mantenerse dentro del artículo original de la Constitución que fija la asamblea para 1830. Sea como fuere, cada día de atraso significa un año de retroceso para la república y aplazará su reconocimiento (por diez) por parte de las potencias europeas. Le mencioné al intendente mi idea de que la república del país nunca podría ponerse en orden si los tres departamentos no se constituían en Estados y luego se federaban. Me dijo que sí, que este sería el arreglo ideal en cuanto a la federación, pero que iba a proponerse dividir la república en ocho Estados, a saber, Venezuela tal como es ahora con Cumaná, etc.; Zulia y Cartagena; Cundinamarca; Boyacá; el Istmo; Quito; los Pastos; Guayaquil; y luego fijar la ciudad federal principal en Ocaña u otra parte. Espera que Bolívar llegue a Bogotá para el 12 de este mes, pues todo depende de la celeridad de sus movimientos. El Congreso debe terminar sus sesiones —con 30 días de prórroga para asuntos extraordinarios— en la segunda semana de septiembre.