Hoy nos llegó el correo de Bogotá sin que se haya decidido nada en cuanto a la Gran Asamblea Nacional. El coronel Campbell, no obstante, me pinta el siguiente cuadro, que demuestra en qué estado se encuentran las cosas allí:
El Congreso está discutiendo ahora el asunto de la Gran Convención, que tengo fuertes razones para pensar que será rechazado por la Cámara de Representantes, compuesta casi por completo y si no en su mayoría, por hombres que están totalmente a los pies del Vicepresidente, y son manejados por los demagogos, activos y violentos. El Senado es serio y está bien dispuesto. Por todo lo que puedo colegir de los Agentes de Su Majestad, la Convención se desea generalmente en toda Colombia, y de hecho, en todas partes menos aquí, y ahora siento que este país no volverá a la tranquilidad hasta que se lleven la capital a algún otro lugar. Los asuntos en el Sur están todavía en un estado tal que no se puede uno formar una opinión positiva en cuanto a ellos. Usted habrá visto la representación que hicieron los oficiales de la Guarnición de Cartagena cuando llegaron aquí hace dos días. El Vicepresidente se la envió al Congreso y pidió instrucciones, afirmando al mismo tiempo que si el Regimiento que está en Cartagena se movía, él levantaría a la gente en masse en su contra. El Senado respondió que no se trataba de un asunto legislativo sino ejecutivo, y remitió a S. E. al Artículo 128 de la Constitución, pero diciendo al mismo tiempo: que como el procedimiento en Cartagena tuvo lugar allí antes de que la Ley de Olvido #001-0248 fuera promulgada, la Guarnición tiene, naturalmente, que estar protegida por dicha ley por cualquier acto que hubiera hecho antes de haberse publicado allí.
Luego comenta que cree que después de todo lo sucedido por parte de Santander, será imposible que Bolívar y él actúen juntos. El propio Libertador me dijo que nunca podría o querría obrar con él. Por el mismo correo recibí una líneas del coronel Wilson fechadas en Cartagena el 13 de julio, en las que me dice que el Libertador saldrá de esta ciudad para Ocaña el día 20. Todas las clases lo habían recibido con el mayor de los entusiasmos. Los militares habían emitido antes un largo y ferviente documento de fidelidad a su persona, ofreciendo servirle donde fuera, e incluso en su propia causa individual si fuera necesario. Eso fue a lo que aludió el vicepresidente en su mensaje a la cámara. El Libertador esperaba encontrarse con el general Urdaneta y sus tropas, y juntos debían proceder a Bogotá vía la provincia de Socorro. Agrega que el señor Cockburne salió ayer para Jamaica en el Druid, desde donde seguirá inmediatamente para Londres. Su amigo el ministro está bastante satisfecho con la carta, etc., que está encargado de entregar al señor Canning. Es mucho más fuerte y satisfactoria de lo que él esperaba. Este documento es resultado de mi entrevista con el Libertador en El Trapiche poco después de que el señor Cockburne llegase a Caracas. Se dice en la ciudad que han llegado noticias de Bogotá vía Maracaibo, por mano de un tal coronel Austria, en el sentido de que el Congreso, no obstante, aprobó un decreto que anula todos aquellos hechos por quienes disfrutan de poderes extraordinarios, y que el país debe considerar desde ahora que solo tiene las leyes y decretos previos al 29 de abril de 1826. ¡Oh, estos niños republicanos, estas envidiosas criaturas de mente partidista, estos legisladores en ciernes, estas cabezas duras carentes de principios! Si lo dicho es cierto, Bolívar pronto arrasará (y debe hacerlo) todo el sistema, y empezará de novo, convocando la gran asamblea del país y gobernando en dictateur hasta que se realice. Este es el momento, y si lo deja pasar, pobre de Colombia y, quién sabe, pobre de él. No ha llovido, Ocupado todo el día escribiendo. Velada en casa del señor Rojas. Termómetro, 23° a las 7 y 25, a las 4.