Esta mañana cabalgué con el señor Hurry hasta mitad de camino de La Guaira, acompañándole en su regreso a ese lugar infernal. Llegó el correo de Bogotá, trayendo periódicos fechados hasta el 16 último, en los que se dice que las cosas en el sur están lejos de haber vuelto a la tranquilidad. Las autoridades de Guayaquil habían usurpado la autoridad suprema (con la aserción contradictoria de que respetarían las leyes y las Constitución), pero no parece que hayan cejado en lo más mínimo en sus pretensiones ilegales presentadas en oposición al gobierno establecido del departamento, y sosteniendo todavía que las autoridades nombradas por el Gobierno son inconstitucionales y que, por ley, solo están obligados a obedecer a quienes ellos elijan. Parece que el general Obando #001-0257 había llegado a Guayaquil y sin duda había sido puesto al mando nominal de la división del ejército acantonada allí, pues al ordenar que una parte de sus efectivos se embarcasen para Panamá, se negaron a hacerlo. Por otra parte, otro regimiento recién desembarcado del Perú, enviado desde Bolivia por el general Sucre, en lugar de ir a Cuenca, adonde estaba destinado, ha sido inducido por algunos oficiales de Guayaquil a negarse, y ha marchado a esta ciudad. Y también se informa que, debido a la poca autoridad, o deserción, del general Obando, han estallado las hostilidades a causa del estado de discusión sobre el tema de la Gran Convención de la nación. El decreto para convocarla ha sido objetado por el Ejecutivo. Las objeciones de este no se refieren a la substancia del decreto, que había sido enmendado según ellas por el Senado y aprobado por la Cámara de Representantes, no: ahora es porque la convocatoria en este momento es inconstitucional. Por el mismo correo nos enteramos de que el Libertador pensaba salir de la ciudad de Cartagena el 27 de julio. De modo que cuando Bolívar llegue dará su fíat para que la Convención sí se reúna; y probablemente se apresurará a ir al sur para acallar las disensiones que siembran la desunión, como lo haría el aplazamiento de la Gran Convención, en la parte sur de este continente: ambas cosas son fruto del odio y la envidia que Santander le tiene al Libertador de Colombia.
Ocupado todo el día en releer mis documentos, públicos y privados, recibidos de casa. Plegarias como de costumbre en casa del coronel Stopford. Termómetro, 23° a las 6 y 25, a las 4. No ha llovido.