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Capítulo IV Páez, el hombre fuerte
1827 julio 06 - 1829 diciembre 31
Páez, el hombre fuerte
1827 julio 06 - 1829 diciembre 31
Subcapítulos
Caracas

Una carta que acabo de recibir de Wilson, fechada en Bogotá el 9 de noviembre, me entera de que el caballero Stuers, cónsul general del rey de los Países Bajos, se ha batido en duelo con el teniente Miranda (hijo del general patriota tan conocido en Venezuela). Escribe:

Es de mucho lamentar que el holandés, siendo un hombre de lo más amable, se haya negado, por su intemperancia y subsiguiente obstinación, a retractarse de las expresiones de que había usado, no dejándole a Miranda otro remedio consistente con su honor, sino adoptar el curso que adoptó.

La fatal terminación de este melancólico asunto fue puramente accidental pues el joven Miranda jamás había disparado una pistola antes. Su moderación al tratar de evitar que se llegase a los extremos le honra infinitamente; empero el director de El Conductor con todo el espíritu del veneno partidista, le ha tratado de asesino. Es un hecho que la declaración dada en este periódico es no solo vilmente mezquina hacia el joven oficial sino que además enseña la oreja del odio hacia los europeos. El escritor dice:

El cadáver del cónsul holandés Stuers fue descubierto el 30 de octubre en las cercanías de la ciudad a muy poca distancia, y se dice que en el mismo lugar donde se hacen las apuestas y el recientemente introducido deporte de las carreras de caballos. El difunto había recibido una herida mortal de pistola en la frente, a consecuencia de un duelo, otra valiosa costumbre que nos ha endosado este país. El informe dice que esta brillante hazaña debe atribuirse al teniente Carlos Miranda, oficial inglés al servicio de Colombia, y uno de los que fueron hechos presos por sus camaradas oficiales en Lima, pertenecientes a la 3a. división auxiliar 1(No se llamaba Carlos sino Francisco y era oficial británico en el servicio (hijo de Miranda y de su ama de llaves escocesa Sarah Andrews). Después del duelo huyó de Bogotá para evitar la pena capital que, por decreto de Bolívar, se aplicaba a los duelistas).

Ha desaparecido, confirmando así la veracidad del informe público y, no solo atribuyéndose el hecho sino, también, proclamando los nombres de los otros que han sido sus cómplices en este escandaloso asesinato. El único que se va ha encontrar con obstáculos en esta causa será el juez para aprehender a los criminales, porque en estas épocas, cuando la virtud y la moral son víctimas de la anarquía, el delito tiene protectores, y la honestidad verdugos.

Luego sigue una larga perorata contra los duelos y Europa, y sobre la virtud y el carácter pacífico de los colombianos, y el horror de que se les den tan malos ejemplos, confiando que según la ley española respecto a estos actos de asesinato, los culpables se verán expuestos a su máximo rigor. Ahora bien, con el debido respeto al carácter virtuoso de los bogotanos, lo que ciertamente no sucede son duelos, pero sí hay asesinatos a medianoche producto de riñas, piques y robos. La ciudad es célebre por estos actos humanitarios y de hombría y, siguiendo el mismo sistema de virtud, durante los últimos cuatro años 99 por ciento han pasado desapercibidos. Y cuando los autores de algunos, por la descarada atrocidad de los actos, han sido encarcelados, se ha permitido que permanezcan en prisión hasta que el paso del tiempo haya hecho perder el interés en el asunto, después de lo cual se ha vuelto a soltar a los criminales. Esto es notorio por lo que respecta a la administración de justicia bajo el gobierno del general Santander. El caballero Stuers es el segundo cónsul que, dentro de los últimos dieciocho meses, ha pasado a mejor vida. El anterior fue un americano, creo que de Santa Marta, quien visitaba la capital para recibir una fuerte suma de dólares —que la recibió— y se le encontró a la mañana siguiente apuñalado en la cama, y sus dólares habían volado junto con su alma. Se dice que Guayaquil ha vuelto al redil de la república. Hoy circulan rumores de que las cosas en Angostura y Cumaná están confusas y deprimidas.

Ha llovido mucho: raro para la época. El señor Lemon y el señor Richards cenaron conmigo. Termómetro, 22° a las 7, 24 a las 12 y 23, a las 4.

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