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Capítulo IV Páez, el hombre fuerte
1827 julio 06 - 1829 diciembre 31
Páez, el hombre fuerte
1827 julio 06 - 1829 diciembre 31
Subcapítulos
Caracas

Esta mañana los electores reanudaron sus ocupaciones para elegir los delegados a la Gran Convención, y después de una reunión y discusión que duró desde las 9 de la mañana hasta las 4, se eligió a las siguientes personas de su propio organismo:

Doctor Narvarte, abogado. Doctor Urbaneja, id. Señor Iribarren, tendero. Señor Manrique, terrateniente. Señor Echezuría, abogado. Señor Huizi, empleado de la Aduana de La Guaira. Señor Martín Tovar, terrateniente. Los delegados suplentes, en caso de que los otros se enfermen o estén impedidos de llevar a cabo sus deberes públicos: coronel Avendaño, coronel Ayala, Santiago Rodríguez, V. Espinal, M. Quintero, Vte. Parejo, señor Escurra.

Así ha concluido la decisión de esta mañana, y todos son federalistas. El resultado de las elecciones para electores en Bogotá el 16 último fue a favor de Santander y su facción: vacío, contra los amigos del Libertador, sobre cuyo resultado el coronel Wilson me dice:

Santander, con el mayor cuidado, excitó el celo de su partido, tanto por su ejemplo como por sus amonestaciones, mientras el General Bolívar, empeñado resueltamente en no intervenir directa o indirectamente, abandonó la causa de su país a sus méritos, confiando que la opinión pública se haría sentir en esta importante ocasión, para salvar por lo menos las reliquias de Colombia de la destrucción total. No obstante, la apatía natural de los americanos prevaleció sobre sus intereses, y de los tres mil que disfrutaban de la franquicia electoral, solo doscientos pudieron ser instigados por pasión partidista, y no por el bien público, a ejercer su privilegio. Mucho me temo que el ejemplo de la capital se vea seguido por todos los demás Cantones de la Nueva Granada. Nuestras esperanzas reposan ahora en los miembros del Sur (muy escasas, por cierto), y si Venezuela no se muestra unánime en sus opiniones a favor del Libertador, el resultado será la consiguiente ruina de Colombia. Nunca podré perdonar la tibieza de los amigos del General Bolívar en esta ocasión, cuando confiesan y pretenden públicamente que solo puede salvar al país su permanencia en el Mando Supremo; y sin embargo, no valiéndose de los medios que podrían asegurarle en dicho mando, han abandonado sus más sagradas obligaciones, tanto como ciudadanos como amigos.

Como los electores son todos santanderinos, así serán los delegados, y como no es improbable que Santander (que será uno de ellos) lleve la bandera de la causa federal en oposición al Libertador, y como es este el deseo universal y popular de la nación, se convertirá naturalmente en el héroe federal, y así se asegurará la Primera Presidencia del nuevo gobierno. El Libertador obra equivocadamente al no obrar en absoluto, para dar energía a quienes se dicen sus amigos. Descubrirá cuando sea demasiado tarde que aunque el pueblo y el país le deben a él hasta su misma existencia, la ingratitud e ignorancia de ambos le privará de popularidad y peso entre ellos, y le llevará a renunciar asqueado tanto de ellos como de su país. El coronel Wilson también confirma la pobreza y descalabro de las finanzas en Bogotá. Tropas y civiles por igual no han cobrado, y los soldados empiezan a desertar; incluso de la guardia de corps del Libertador, que le ha seguido por todas sus campañas, han desertado 50 con armas y vestidos. La verdad es que no creo que, con todos sus esfuerzos, el general pueda salvar al país de su disolución. No hay noticias de Cisneros.

No ha llovido. Velada en casa de O’Callaghan. Termómetro, 19. a las 7, 23 a las 12 y 22 a las 4. Así termina el año 1827. Al finalizar el de 1828, espero de la bondad del cielo estar muy cerca del regreso a mis amados amigos y parientes de Europa.

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