Llegó el correo de Bogotá. Wilson me escribe que Bolívar ha decidido visitar las provincias del norte en vista de los informes de disturbios que le siguen llegando, y que su ruta será el Apure, Orinoco y Maturín. Este progreso hará mucho bien sin duda y su aparición aquí pondrá el sello al estricto plan de política en train. Su Excelencia deja un consejo de gobierno compuesto por los siguientes ministros: Interior, señor Restrepo — Guerra, Urdaneta — Relaciones Exteriores, doctor Vergara — Hacienda, señor Tanco. Estos funcionarios públicos obrarán durante la ausencia del presidente y este se comunicará con ellos por medio de su actual secretario, general Soublette. Ahora, he aquí algunas palabras de mi amigo, de importancia singular, que muestran los matices del carácter de los grandes hombres solo conocidos, mejor dicho, vistos, por quienes están íntimamente cerca de ellos: «el Libertador por fin se ha despertado de su letargo, y ahora está resueltamente decidido a salvar a Colombia a todo trance. Tendrá que desplegar toda la energía de su carácter, pero tiene que hacer el sacrificio de toda consideración personal». El general, sin duda, al darse cuenta de que la ingratitud del pueblo ha cerrado sus ojos tanto a sus virtudes como a sus recuerdos, a lo que le deben como su propio padre y salvador que es, ha puesto en marcha todos los poderes —por medio de discursos públicos, representaciones militares, etc., etc.— a fin de paralizar si puede al bando del general Santander en la gran reunión, esperando que por medio de los amigos que tiene allí y la influencia que este deseo común pueda producir, obtenga la preponderante solicitud de la Asamblea de otorgarle poderes extraordinarios y mantenerle como jefe de la República hasta 1831, dejándolo todo a cargo de su innegable sabiduría y discreción, en cuyo período la Asamblea pueda reunirse constitucionalmente, legalmente por lo que respecta a las reformas, o si no, que por sus poderes y quienes le respaldan, pueda haberse establecido y ordenado un estado de cosas tal, con forma de gobierno estable, que ya no requiera la necesidad ni la legalidad de la reunión nacional. Así están las cosas en este momento. El vicepresidente salió de Bogotá para Ocaña el 17 de febrero. Las señoritas Rojas y sus dos hermanos comieron con nosotros. Fui chez elles por la noche. Ocupado todo el día en escribir despachos, y a lord Dudley, sobre los acontecimientos del interior. Termómetro, 21° a las 7, 26 a las 12 y 24, a las 4.