Al regresar a casa de mi paseo, pasé a ver al general Páez, a quien no encontré, pero vi al doctor Peña y sostuvimos una larga conversación sobre los asuntos. Le comuniqué mi opinión sobre la descabellada idea de Bolívar de regresar al Perú, y que si cree que por ser, como lo es ahora, «Jefe Supremo del Estado» su nombre y las esperanzas de estabilidad de la república que seguirán, van a conseguir un nuevo préstamo de Europa, el fracaso será total si se va del país antes de que el gobierno esté consolidado. Me aseguró que Santander sería detenido y juzgado, que Padilla era culpable hasta la médula, y que cualquiera que fuera la pena que dictara el tribunal, el Libertador no la conmutaría sino que sería aplicada de lleno.
Iribarren llegó hoy bajo escolta, y se dice que se le han dado 48 horas para arreglar sus cosas. Velada en casa de O’Callaghan.