Salí de esta ciudad (Londres) en el Light Salisbury para Andover. Las carreteras son excelentes, pero el frío intenso. En el coche venían otros dos caballeros, ambos de Wiltshire, y en el curso de la conversación con uno de ellos me alegré de poder aclararle las cosas sobre el difunto emperador Alejandro. El caballero afirmaba rotundamente que tanto S. M. como la corte habían sentado ejemplos de libertinaje y disolución sin paralelo en la historia: afirmación esta totalmente falsa, pues Alejandro era notoriamente conocido como el mejor hijo, hermano y amigo que jamás existiera, y si no incluyo marido en la lista es porque no fue el más fiel durante los primeros años, pero durante los diez últimos de matrimonio lo fue ejemplarmente.
A las 3 y media llegamos a Andover, donde encontré el carruaje de mi amigo sir John Pollen esperándome, y me llevó a Redenham (a seis millas de distancia) a buena hora para la comida. El grupo no era muy grande, a saber el honorable señor Gage y señora y el reverendo señor St. John. Como de costumbre se me recibió de la manera más afable, y el anfitrión y la anfitriona se deshicieron en bondad y alegría hacia mí. Caía la nieve, espesa, desde las seis de la tarde, y así continuó toda la noche.