Salí de Esher a las 8 de la mañana, y visité a Villiers en Kent House camino de la ciudad. Me presentó a su madre y hermana, que son personas tan amables como él. Le conté todas mis penas referentes a mi repentina partida, y este bueno y sincero amigo me ha prometido no perder de vista mis intereses (cuando me haya ido) ni la ayuda de nuestro mutuo amigo a partir de entonces (lord Dunglas, el subsecretario). Fui al Foreign Office pero todavía no hay respuesta sobre el barco de guerra que debe llevarme a Sudamérica. Encontré una carta en la oficina del señor Bidwell escrita por el señor John Powles, que había visto a lord Aberdeen. Su señoría le dijo que tenía grandes deseos de verme regresar a Venezuela lo antes posible, y que las cosas estaban en estado tan crítico que me daría instrucciones personales, apropiadas a las circunstancias adversas que habían sucedido. Parecería, por lo que dicen cartas de La Guaira del 9 de enero, que tanto Revenga como Soublette hayan firmado la declaración de separación (par de sutiles granujas), y que el general Páez se ha incautado de todo el tabaco destinado a ser enviado a Inglaterra para contribuir al pago de los intereses de la deuda externa, vendiéndolo para uso de la revolución, dispuesto a prepararse muy vigorosamente para la guerra en caso de oposición de Bolívar o Bogotá. Muy ocupado en enviar todo mi equipo nuevo. Hice muchas visitas y a las 7 cené con mi amigo el señor Warren en Great George Street H. Square. Un grupo grande y una espléndida comida: el vino excelente, particularmente el oporto. La parte mental del festín no fue importante. Me fui temprano.