Pasamos Los Testigos a las 8 de la mañana, y poco después la isla de Margarita. A las 5 p. m. echábamos anclas en la rada de La Guaira e, inesperadamente, me encuentro de nuevo al mando en Caracas. Se me rindieron todos los honores al bajar del North Star: el aparejo estaba guarnecido, y me saludó hasta el último cañón de las Instrucciones. Me despedí de mi amable y digno amigo lord William y de todos sus corteses oficiales, lamentando separarme de esta amistosa tripulación. El bote de la fragata, al mando del capitán Colton, pronto me depositó en los bastiones de la población, y en el muelle encontré a más de una vieja amistad esperándome. Se desembarcó rápida y seguramente todo mi equipaje y se almacenó en la firma de Powles. Después de ofrecer mi saludo al gobernador coronel Lugo, me senté a disfrutar de la antigua hospitalidad de mis amigos mercantiles, Powles, Ward, Lord & Co. Encontré bien al señor Lievesly y feliz de verme regresar, por verse así desembarazado de mucha responsabilidad y problemas en el desquiciado estado de cosas actual. Mi antiguo y fiel sirviente también se regocijó de volver a verme. Otra Vez en Venezuela.