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Capítulo VII El General Páez Presidente
1831 enero 01 - 1832 octubre 26
El General Páez Presidente
1831 enero 01 - 1832 octubre 26
Subcapítulos

La ciudad entera está en estado de temor y conmoción por la noticia llegada de Villa de Cura de que un fuerte destacamento procedente de los Llanos en los alrededores de Orituco, encabezado por el coronel Zamora, ha ocupado Ocumare, en los Valles caraqueños del Tuy (de hecho su capital), desde donde y en donde han cometido grandes depredaciones de todas clases. El informe dice que son 400 hombres, otros dicen que solo 150, y que después de haber satisfecho su pasión destructora se dirigían a toda marcha a Caracas para darle un castigo ejemplar. Ocumare no está a más de 14 o 16 horas de marcha de aquí, y huérfana de defensas como está la capital en este momento, podría ser penetrada sin oposición e igualmente saqueada. Al llegar esta noticia se despachó una estafeta al general Macero (quien presumiblemente está acercándose a Río Chico en este momento) pidiéndole que regrese, y, mientras tanto, se ha publicado un bando llamando a todos aquellos que puedan portar armas a reunirse en la plaza Mayor a las 4 p. m. Al reunirse el pueblo, el gobernador Ayala (buen patriota, pero duro de cabeza) le explicó su situación y la perentoria necesidad de proceder a la defensa de la ciudad (en la que no hay en este momento ni un solo soldado). Se enroló a unos 140 hombres y espero, por el honor y la fama de los ciudadanos, que se logre reunir al fin una fuerza cívica suficiente como para derrotar a los invasores. Parece singular que la división de tropas venezolanas que ocupa Orituco bajo el mando de Mariño, ignore la maniobra de Zamora, que se encuentra prácticamente a su lado. Esta fuerza asciende a 1.500 hombres y sin duda una parte de ella debería salir a enfrentar a los insurgentes, pues Mariño no puede ignorar su avance. Zamora es un oficial bravo, valiente y altamente respetado en la región de donde procede y es un decidido defensor del centralismo de Bolívar. Lo repentino de esta maniobra parece indicar que forma parte del plan general de la campaña venezolana, que Wilson me envió, que debería haberse iniciado por estas fechas si la muerte no hubiera cerrado los ojos del Libertador. Cené en casa del señor Mocatta, quien está asustadísimo, cosa que no me extraña pues tiene los almacenes llenos de mercancías, la casa llena de niños y su mujer llena de otro.

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Segunda entrada

Oraciones en casa del coronel Stopford. Tiempo caliente y ventoso. La ciudad mortalmente aburrida.
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