Nada nuevo en cuanto al desagradable complot. Los interrogatorios prosiguen, pero no se sabe cuándo van a tener lugar los castigos. Ayer llegó un caballero de Valencia, quien afirma que la cuestión del regreso de la sede de Gobierno a Caracas se ha decidido a favor de la antigua capital en la cámara de representantes. Falta ahora que el senado le ponga el sello final al asunto. De esto dependerá la ruina total del país o la oportunidad de existencia en su nuevo estado. Si Caracas hubiera seguido siendo la sede del Gobierno y los intereses privados no hubieran influido en las ideas de los dos hombres principales, el general Páez y el doctor Peña, en la reciente revolución relativa al cambio, ni las lamentables revueltas del oriente de Venezuela ni nuestro negro acontecimiento mortífero hubieran ocurrido, y la joven república tendría 200.000 dólares más y podría vencer mejor cualquier obstáculo futuro que se opusiera a su consolidación bajo el actual sistema de reforma colombiana. El coronel Stopford y el señor Adams cenaron conmigo.