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Capítulo VII El General Páez Presidente
1831 enero 01 - 1832 octubre 26
El General Páez Presidente
1831 enero 01 - 1832 octubre 26
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Esta mañana apareció el señor Lievesly junto con su compañero de viaje el señor Sam Mocatta: cenaron conmigo los dos. A mi secretario parece gustarle más el país que el pueblo de los Estados Unidos: pero, en líneas generales, le ha sentado muy bien su viaje de ocho meses. A continuación copia de una carta dirigida por el general Páez al coronel Stopford antes de salir de Caracas para su segunda tentativa de entrevista con Cisneros:

Caracas, 14 de noviembre de 1831.

Sr. Coronel Stopford. Apreciado amigo: Acabo de recibir su atenta de ayer con el original que usted acompaña de mi compadre Cisneros, y apruebo y me alegro mucho de las felices decisiones que le han convencido de la buena fe del Gobierno, retirando los puestos avanzados y haciéndole saber por todos los medios, los deseos que tenemos de solucionar amistosamente una lucha larga y fratricida.

Como es probable que mi compadre, debido a la falta de provisiones no puede mantenerse en Lagartija hasta mi llegada, se encargará usted inmediatamente de suplirle las raciones que necesita para sus tropas, tomando con consideración y razón la carne necesaria a los vecinos de esos Valles.

Mañana emprendo viaje a esa localidad, y mientras tanto se encargará usted de que no se alteren las disposiciones de paz, y mantendrá usted con mi compadre las más frecuentes relaciones hasta mi llegada, para no retrasar el día feliz que espera a la Patria con la sincera reconciliación con mi compadre que tanto me interesa conocer. Nada más de importancia, espero que se conserve usted bien, y hasta encontrarnos soy su afecto y sincero amigo, (firmado) J. A. Páez.

Extracto de una carta del coronel Stopford, fechada en Súcuta el 17 de noviembre, a las 9 de la noche:

Solo tengo tiempo de decir que acabamos de regresar de la fortaleza de los ladrones, y que todo está resuelto (por un tiempo, entre nosotros), pero todo lo que puede hacerse lo ha hecho el general Páez. Cisneros no quería venir aquí, así que fuimos nosotros a él. La escena era verdaderamente pintoresca. Sus hombres estaban todos en armas, vestidos de ropas estrafalarias pero militares, jóvenes austeros y bien parecidos; todo manejado con mucha seriedad, y con la mayor vigilancia y precaución, así como camaradería, imaginables. Una escena digna de Salvator Rosa. Si yo hubiera visto antes a Cisneros (pero que esto quede entre nosotros) nunca hubiera propuesto una entrevista con él. Su cara es la imagen del pesar y la sangre singularmente unidos; intelecto, ninguno, pues es un animal; no creo que nada pudiera llevarle a un acto de magnanimidad. Todo lo que ha concedido (que no es mucho) lo ha hecho no por desconfiar de su situación ni por temor al general, sino para mostrar su consideración a Páez.

Se le admite como Coronel en el Servicio y a sus cinco oficiales (bárbaros como él), como Capitanes y Subalternos. Se compromete a reconocer y respaldar la Constitución y las Leyes; y castigar cualquier violación de las mismas; a permanecer en el sitio que actualmente ocupa, cultivando las Artes de la Paz. Creo que es verdaderamente sincero y fiel, y esto por apego a su compadre Páez, único sentimiento este de donde haya surgido cualquier reforma que manifieste. Ha matado a su segundo al mando Aniceto Ramos: esto le confiesa a Páez, aunque a cualquier otro que pregunte por este oficial ladrón le dice que está enfermo. Me tocó mi parte de felicitaciones por este dénouement, y entre ellas unas muy cordiales de Páez a quien he sido útil, aunque en la guarida del ladrón estaban Macero, Ortega y otros oficiales. Me llamó a un lado, para esbozar el Tratado, dándome solo los encabezados y dejándome que los arreglase como me diera la gana.

Así están por ahora las cosas en el Tuy. La excusa que Cisneros da por haber matado a su segundo al mando es que hace unos meses (mientras se estaba negociando) este saqueó la población de Cura, cometiendo los más viles excesos, y todo en nombre de Cisneros. El castigo fue, supongo, el que acostumbra dar el jefe en todos los casos. Esta mañana y durante la noche cayó bastante lluvia, y a medianoche hubo un fuerte temblor de tierra. El señor Sam Mocatta cenó conmigo. Hoy vino toda la familia. Rebeca se ve sombría y delgada. [NO HAY ANOTACIÓN PARA EL DÍA 19]

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