Ha pasado otro día y no ha llegado el correo. Dos de los oficiales de Cisneros, que se vinieron con el general Páez, me visitaron esta mañana. Su aspecto no denota ni un ápice más su calaña que el de la gran masa de nuestros pacíficos habitantes, que, a mi modo de ver, son, en su esencia, tan grandes bandoleros como estos ladrones de los valles. En verdad, los ingredientes que componen la criatura moral de nuestra población mixta son los mismos, y el individuo solo necesita la oportunidad para poner de manifiesto un sistema más o menos similar de latrocinio y pillaje, con la única diferencia de que aquel se realiza à la Militaire, y este en pleitos civiles (legales), que engendran en la sociedad una plétora de las más viles pasiones, llegando hasta el asesinato. De aquí que yo crea que el ladrón abierto y sencillo es el más puro de los dos.