Por la desaprobación general respecto del nombramiento de O’Leary para la misión que está a punto de salir, no me sorprendería que las presiones hicieran prescindir de sus servicios públicos. Es realmente singular que la república no pueda encontrar uno de sus propios hijos para desempeñar la secretaría, pero me temo que la influencia de Soublette y su insinceridad hacia Páez, bajo cuerda, no lo hagan posible aún. Sea como fuere, el próximo Congreso hará pedazos los dos nombramientos. Ahora se dice que Montilla viajará en el correo de enero. El señor Duffy cenó conmigo.