En vista de que el presidente Vargas había recomendado al Congreso no aprobar un decreto que pechaba con el uno por ciento las importaciones en ciertos puertos de la república, para formar un fondo destinado a hacer carreteras, reparar puentes, etc., etc. y fue, a pesar de ello, aprobado por ambas cámaras (después de un debate muy irregular en el Senado al respecto), al ser enviado al ejecutivo para su ratificación, él lo ejecutó, pero lo devolvió a las cámaras acompañado por una especie de protesta al Senado sobre la materia. El Senado, a su vez, respondió a la comunicación de S. E. en el más vulgar espíritu de radicalismo republicano, demasiado largo y vergonzoso, como «documento de Estado», para ser copiado. Baste agregar que los sentimientos y altos principios de rectitud política lo llevaron a dimitir hoy ante el Congreso, y mañana decidirán estos sabios legisladores. Pero entiendo que esto los ha dejado asombrados y ha despertado temores por la tranquilidad general, esa muy negativa respuesta de su excelencia. Ayer hacia las 9 de la mañana la tierra se sacudió fuertemente. Stopford cenó conmigo.