El general Páez desayunó con nosotros a las 9, y sus amigos llaneros nos deleitaron con música vocal durante la comida. Canciones improvisadas en su honor y el de su visita matutina. No parece estar completamente de humor. Se me ocurre que el Consejo de Gobierno, o por lo menos algunos de sus miembros, sean demasiado blandos en el proceso contra los reformistas y jefes en caso de que caigan en manos de la justicia pública o escapen. Monagas en Barcelona parece haberse puesto de parte de ellos, pero, claro, lo hizo en la creencia de que Mariño y los suyos ya estaban firmemente establecidos en Caracas y que casi todas las demás poblaciones y ciudades al norte y el oeste habían seguido el mismo ejemplo. Puerto Cabello es leal otra vez. Cené en casa del señor Ackers con el grupo.