Ídem... El general Páez vino a verme temprano para decirme que se había enterado de que me habían informado que él y Soublette habían tenido diferencias de opinión sobre la cuestión de las resoluciones aprobadas contra Mariño y sus propiedades en relación con el 5 de julio del 35; y que sabiendo lo mucho que yo les apreciaba a los dos, consideraba su deber decirme que era falso, porque, si fuera posible, sus ideas en cuanto al estado político del país todavía estaban más unidas, y que podía confiar que nunca habría, o podría haber, motivos entre ellos para no obrar hasta el máximo juntos en un plan justo y constitucional para mejorar la situación, tanto de las instituciones como del país. Por supuesto que le dije a mi bravo e ilustre amigo que no me cabía la menor duda, y que ciertamente me lo habían dado por cierto. Pero, que les conocía demasiado bien a ambos, en principios y en amistad, como para darle el más leve crédito. De hecho, es uno de los malintencionados e infames rumores inventados por media docena de mercachifles de la calle de Comercio, que tienen envidia de los verdaderamente grandes de su país.