El general Páez regresó de San Pablo ayer, y me dicen que estaba extremadamente furioso por los abusos de que él y Soublette han sido objeto por parte de los escritores de la oposición. De este último dicen que su conducta es la de un traidor a su país como primer magistrado interino, y de Páez, que su influencia y peso en Venezuela han terminado, y que lo único que verdaderamente posee es valentía personal. No he visto a Soublette desde su reacción de disgusto, pero creo que hubiera sido mejor no haber demostrado —como lo hizo— cuanto le afectaron los comentarios de unos pocos envidiosos, y espero que los deje seguir escribiendo sin mayor alboroto. Tiene todo el poder y todo el respaldo que puede desear, y puede resistir a sus palabras y amenazas.