Ha surgido un asunto desagradable en Boca de Aroa, a consecuencia de un malentendido entre el subdirector de la rama de transporte minero de Aroa —el señor W. Imbron— y el Sr. W. Richards, aquel exigiendo que se le entregase una correspondencia que había cruzado con este, alegando que debía entregar las cartas porque pertenecían a los archivos del establecimiento. Al serle negadas, por instigación del subdirector, el alcalde lo metió en la cárcel y lo puso en la picota, negándole comunicación con nadie, y así quedó torturado casi tres días enteros, todo con el propósito de que entregara la correspondencia. Finalmente, viendo que no se rendía, o tal vez por el lío en que se había metido el alcalde, se le dejó libre provisionalmente durante 15 días, para ver si entregaba los documentos en cuestión. Naturalmente, me he dirigido al gobierno acerca de este acto violento y tiránico, que viola tanto los derechos de sus propios ciudadanos como el tratado existente.