Un grado sobre cero. Viento noroeste. Tiempo bastante claro. No parece que vaya a nevar. Como el comité se reúne frecuentemente sobre el nuevo puente y como tengo una muy buena copia del que se está terminando rápidamente sobre el [río] Avon en Clifton, fui a ver a mi amigo y primo de mi hija, el príncipe Pierre Volkonsky a quien se la di, y hablamos largamente sobre los principales puentes colgantes de la Gran Bretaña. Son hermosas evidencias de arte, ingenio y utilidad, donde no pueden lograrse puentes permanentes de piedra. Parece que sobre el Neva lo único son profundas e inestables bases para los muelles del puente propuesto, y materiales y mano de obra de la mejor clase y sin límites, y fondos muy cuantiosos. La verdad es que la única dificultad parece ser el lugar preciso, ya sea en el lado entre la estatua de Pedro el Grande y el Almirantazgo, o a través de ese edificio bajo su arco, o entre el palacio de Invierno y el Almirantazgo frente a la Lonja. Antes de que termine el mes ha de haberse tomado una decisión. Conversé largamente con S. A. el príncipe sobre mi parte de Sudamérica, y me cuidé bien de alabar al general Páez y la excelencia de su gobierno y racionalidad de su república, además de ciertos datos sobre la vida de este héroe y otros particulares interesantes del país. Me dijo que le mostraría al emperador por la mañana la vista del puente de Clifton. No dudo que también divertirá a su majestad con algunas de mis anécdotas del nuevo mundo. Fui a ver a Mary que, gracias a Dios, está mucho mejor. Cené en casa con Jane después de cerrar mis cartas, etc., para el mensajero que se va mañana temprano.