Subió de La Guaira el señor Hurry quien, por medio de una carta del hermano del finado señor Lindsay, está autorizado para tomar posesión de cualquier propiedad o mercancía que hubiera sido consignada al difunto, y entregó al señor O’Callaghan un documento firmado en nombre de los señores Powles, Ward, Hurry & Co, en el que se estipula que al señor C. no puede reclamársele nada relacionado con el señor Lindsay. Serví de testigo de este documento. Como es tan difícil conseguir sirvientes en este lugar, que sean honestos o industriosos, he tomado la resolución de arreglármelas con las dos negras, Dolores y Malena, y un muchacho llamado Joseph, nieto de la primera, que tiene unos 14 años y es muy activo y muy vivo. Irá a la escuela la primera parte del día y cumplirá los deberes de valet de chambre y mayordomo durante el resto, mientras que las otras damiselas se encargan de los demás quehaceres de la casa. Por consiguiente, aumento el salario de Dolores a 8 dólares por mes y pago otros 2 por la enseñanza del muchacho, lo que da un total de $10 para ella. Dolores recibirá un real por día, y también tengo que dar al muchacho chaquetas y pantalones. Confío, pues, que así podamos seguir por lo menos sobriamente. Visité al señor Mocatta esta noche. El señor Hurry se marcha mañana.