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Capítulo II Venezuela tierra turbulenta
1825 noviembre 27 - 1827 enero 07
Venezuela tierra turbulenta
1825 noviembre 27 - 1827 enero 07
Subcapítulos
Caracas.

Fui a ver al intendente a las 10 de la mañana para saber si los informes que llegaron ayer tenían fundamento. Me enteré de que, en su mayoría, eran totalmente ciertos, pero dijo que aún no había tenido información en cuanto a la separación de Bogotá, aunque pensaba que era muy probable. Luego afirmó que acababa de recibir en aquel mismo momento información de que el general Mariño marchaba sobre esta ciudad a la cabeza de una fuerza considerable, y que podía esperarse su llegada el 5 o el 6. A las 2 se convocó una reunión general de todos los comerciantes en casa del intendente, en la cual declaró que las tropas estaban a punto de llegar y que, a fin de evitar confusión o depredación, debían hacerse algunos preparativos para ellas lo más pronto posible. Solicitó de ellos como organismo, no solo por la seguridad de sus propiedades sino también para tranquilidad común, que contribuyesen con una suma de dinero (se dice que se pidieron 50.000$). Se suscribieron 5.000 para la contingencia actual, por los que se emitirán vales sobre la aduana. El día 7 se pagaron 12.000$. Ocupado casi todo el día de hoy en escribir mis despachos, y también escribí al comandante del Escuadrón Naval de Su Majestad en Barbados para que envíe sin pérdida de tiempo un barco de guerra a La Guaira, en caso de que sea necesario para seguridad o refugio de los súbditos de su majestad, ya que su presencia, sin duda, evitaría actos arbitrarios por parte de las nuevas autoridades. Hacia la noche llegaron a Caracas dos enviados de las autoridades de Valencia: el teniente coronel Macero y el señor Bruno Perdomo. De modo que en el curso del día de mañana conoceremos el alcance de su parecer sobre la mencionada independencia de Venezuela, y el del general Páez sobre la entrada de Mariño. Varios de los comerciantes británicos me han solicitado que les diga cómo deben obrar. Les he recomendado que asistan a todas las reuniones convocadas por los que están o estén en el poder, pero que de ningún modo se inmiscuyan en discusiones o disputas políticas, y que me tengan al corriente de todo. El comandante del paquebote y el capitán Brookes cenaron conmigo. Exhorté al primero a salir de Caracas antes del amanecer y, tan pronto como recibiera las cartas de La Guaira, a zarpar al instante y navegar con la mayor velocidad hacia Barbados, y le pedí que si se encontraba con la fragata Hussar del capitán Harries, que le diera mi despacho a este oficial. Tomó mis paquetes de despachos, 2 para el Foreign Office, y el capitán Brookes, que piensa viajar vía Nueva York, llevó duplicados de los mismos y prometió dirigirse a Londres con la mayor celeridad después de llegar a Inglaterra. Envié tres cartas a Cartagena vía Saint Thomas y Jamaica.

Viernes 5. Hacia las 8 de esta mañana recibí una estafeta que me informó que el buque de su majestad Galatea, al mando de sir C. Sullivan, había anclado frente a La Guaira llevando a bordo a S. E. Alexander Cockburne, ministro de su majestad en Colombia y un tal señor Dawkins, que va como comisionado al Congreso de Panamá. Antes de marchar de Caracas para el puerto visité al doctor Mendoza, quien me dijo que estaba ejerciendo toda su influencia sobre el comandante de las tropas que marchaban sobre Caracas para evitar que entrasen en ella. Me dio otra carta para el intendente de Cartagena para que la enviase por la fragata. Salí de Caracas con destino a la fragata Galatea. Lo dejé todo en paz, pero los comerciantes están atemorizados por la posible entrada de las tropas. En ese momento llegó el coronel Smith —eran las 10— y me comunicó la substancia de una carta del general Páez, en la que decía que se había convertido de uno de los más obedientes servidores de la república en uno de los más desobedientes, y que ya había desenvainado la espada y visitado a S. E. el doctor R[evenga] 1(José Rafael Revenga, nacido en El Consejo en 1781. Civil patriota que adelantó importantes misiones para la nueva República) para que le aconsejara como un padre, así como a los hombres sabios de la ciudad. Salí de la ciudad a las 10 y media y llegué a La Guaira a la una, donde encontré a los comerciantes más aterrados y temerosos, si es posible, que los de la capital. El buque correo zarpó hoy a las 4. Un bote de la Galatea vino a buscarme y subí a bordo con saludo. Me acogieron y recibieron del modo más caluroso mis dos viejos amigos sir Charles y el señor Cockburne 2(Sir Alexander Cockburn fue enviado especial y ministro plenipotenciario de Colombia. Era hermano del almirante sir George Cockburn) A este último le comuniqué todos los acontecimientos con la mayor fidelidad posible, así como los diversos rumores envueltos en las brumas de la envidia o las ambiciones políticas, y también le di copias de mis despachos 9 y 10, y además la substancia de la carta antedicha. Aprobó todo lo que yo había escrito o hecho, tanto con respecto a mis comunicaciones oficiales con el Foreign Office, como en cuanto a los consejos que le había dado a los comerciantes británicos. Vio la delicada —y dolorosa— situación en que me encontraba, y me dijo que no había inconveniente en que presentase mis respetos tanto al general Páez como al general Mariño poco después de su llegada, cosa que, en su opinión, podía yo hacer sin comprometer a mi gobierno ni a mí mismo. Debo mantenerle, vía Cartagena (pues no es probable que sea practicable ningún otro método de comunicación), al tanto del desarrollo de los acontecimientos, etc.,etc. y, además, en mis respuestas a las autoridades presentes o futuras, decir que debo consultar con mi gobierno en Inglaterra, pues sin su autorización no puedo hacer nada. El señor Cockburne dijo que al llegar a Cartagena se dirigiría al almirante de Jamaica sobre la necesidad de enviar uno o más barcos de guerra a La Guaira, que quedarían bajo mis órdenes para que no solo dieran protección a los súbditos de su majestad en caso de necesidad, sino además para que yo tuviera los medios de comunicación necesarios con él vía Cartagena. Cené y pasé la noche a bordo, y fueron realmente momentos muy placenteros.

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