Salí de Caracas a las 11 para La Guaira y dejé a la ciudad en la mayor consternación. Todos los comerciantes británicos que viven aquí me exhortaron a hacer comprender al capitán Chambers la necesidad de que se quedase la fragata (que regresó de Los Roques el lunes, de lo más oportunamente), por temor tanto a nuestro vecino Cisneros #001-0127 [un famoso bandido y rebelde baruteño] como a los negros, así como al saqueo por parte de las tropas que pudiera traer Mariño. Llegué a La Guaira a las 2 después de un viaje abrasador, pero, afortunadamente, sin lluvia. Lo dejé todo en orden para despachar el buque correo y fui a bordo del Druid. El capitán Chambers me acababa de escribir una carta oficial exponiendo su deseo, ya que todo parecía estar en calma, de partir el 1° de septiembre para Trinidad, pero al explicarle el actual estado crítico de las cosas, naturalmente se decidió que se quedaría hasta que terminase la crisis actual. Dormí a bordo. Termómetro: 30 grados; una diferencia muy grande con nuestro clima de Caracas.