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Capítulo II Venezuela tierra turbulenta
1825 noviembre 27 - 1827 enero 07
Venezuela tierra turbulenta
1825 noviembre 27 - 1827 enero 07
Subcapítulos
Caracas

Visité al intendente, quien me asegura oficialmente que Bolívar estaba en Bogotá el 4 de agosto y que, con toda probabilidad, si no estaba en Mérida en la fecha de la carta del gobernador (autor del presente informe), o sea el 24, ya tiene que haber llegado allí, y que un día de estos podemos esperar que nos llegue un oficial o un mensajero de parte de él. Relatos procedentes de otras fuentes corroboran que se le espera en Pamplona a cualquier hora. No es improbable que Páez y él lleguen juntos: Mariño lo duda in toto, y dice que es un «despreciable invento del enemigo» para causar una reacción y crear motines. Es tanto el temor que tiene, que pasó la noche en el cuartel del regimiento, manteniéndolo en armas la mayor parte de ella. Se encolerizó violentamente con el viejo del Toro acusándole de ser el autor, y haciéndole responsable con su vida de cualquier consecuencia que pueda tener. El regimiento de Apure, que recientemente dejó esta guarnición, ha tomado una fuerte posición a unas 30 millas de aquí y se le ha unido un tal coronel Hugo [Jugo] con una fuerza de cerca de 1.000 milicianos y campesinos. El coronel Macero, que está al mando, ha hecho saber a Mariño que se quedará allí hasta que llegue Bolívar y que si se atreve a intentar desalojarlo, las consecuencias recaerán sobre su propia cabeza, pues está determinado a defenderlo mientras haya un soldado vivo bajo su mando. El general M. no puede confiar en los oficiales del batallón que sucedió al regimiento de Apure, pues al entrar a Caracas ordenó a su coronel apoderarse de diez de las personas principales, a lo cual se negó rotundamente diciendo que no cometería actos hostiles contra el pueblo sin que se lo mandase el propio general Páez. Recibí carta de los comerciantes de Puerto Cabello pidiendo un barco de guerra. ¡Dejé la decisión en manos del capitán Chambers! Dos oficiales del Valorous, un teniente y un cirujano, cenaron conmigo. Velada en casa de O’Callaghan. Termómetro, 22 a las 7 y 25 a las 4. No ha llovido.

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