Ocupado el día entero en cerrar mis despachos. A las 10 estaban listos y los dejé en casa de Mocatta para que salgan mañana temprano; también van cartas privadas independientes. Despachos con sus anexos al señor Canning Nos. 24, 25, 26, 27 y al señor Bidwell, uno con los documentos del capitán May. Durante el día vino a verme el intendente para decirme que había tenido una larga entrevista con Páez, quien parecía todavía firme en su empeño de mantener intactas las leyes e instituciones existentes, y evitar la guerra civil. Sin embargo [el intendente] no se sentía totalmente satisfecho del Jefe C. y M., pues sigue escuchando los consejos de los reformadores, que no otra cosa puede llamárseles, ya que la federación, no lo dudo, pronto será abiertamente el gran objetivo de sus actos públicos. Pero hay algo oculto, tanto en cuanto a la probabilidad de la llegada rápida de Bolívar como a que el asunto vaya de acuerdo con las moderadas esperanzas de Mendoza, pues me dijo confidencialmente que observaría la marcha de las cosas durante otro mes y que si no resultaban como él esperaba, renunciaría. Si lo hace, habrá grandes temores y se luchará por separarse de Bogotá, pues la paciencia que se tiene actualmente por la llegada del Libertador se debe en alto grado a sus medidas y al respeto que inspiran sus talentos en el partido reformista. El domingo por la mañana, cuando fuimos a visitar al general Páez, había convocado una reunión de los oficiales, quienes juraron sobre su honor y espadas defender y adelantar la causa de la reforma, y morir a su lado de ser necesario. Fueron las causas de esta reunión la deserción del regimiento Apure y del coronel Macero. A continuación el documento oficial relativo a ella:
Los jefes y oficiales cuyos nombres siguen reprueban enérgicamente la conducta del coronel Felipe Macero y del Batallón Apure (que, por su deserción, dejó a la ciudad de Caracas en un espantoso estado de abandono, quedando la gente en peligro de perder su vida y propiedades si no hubiera sido por el celo patriótico de la Milicia y el Comandante Flores a la Cabeza de su Escuadrón, que se presentaron como sus protectores en esos momentos calamitosos; violando así las leyes del honor, relajando los medios de disciplina, y provocando la guerra civil), y han determinado declarar ante Su Excelencia el General Páez, Jefe Civil y Militar de Venezuela, ante el pueblo de Colombia y ante el mundo entero, las resoluciones siguientes:
Primera— Que el Ejército está enfurecido por la despreciable conducta del coronel Macero y los Oficiales del Batallón Apure, pues al plegarse a las maquinaciones de nuestros enemigos han resuelto iniciar la guerra civil en el corazón de su propio país.
Segunda— Que como no puede existir ejército alguno sin disciplina y subordinación, y ya que estas han sido relajadas por el coronel Macero y los Oficiales del Batallón Apure, toca al honor y la reputación de los oficiales cuyos nombres aquí están suscritos, el hacer del conocimiento de sus compañeros de Armas y de sus compatriotas, que han decidido derramar hasta la última gota de su sangre en la defensa de la causa de la reforma que se ha proclamado bajo la sanción de S. E. el Jefe C. y M.
Tercera— A fin de que los enemigos del país pierdan toda esperanza de seducir a otros, declaramos y juramos que acompañaremos a S. E. el Jefe C. y M. de Venezuela, y moriremos a su lado si fuera necesario en defensa de la causa de la reforma, porque no podríamos vanagloriarnos de haber librado al país de enemigos si quedásemos sin un Gobierno que administre sus necesidades, y sensible al rango que ocupa en este Continente.
Y con esta firme determinación lo prometemos y juramos por nuestro más sagrado honor y por nuestra espada. Caracas, 1° de Octubre de 1826. (siguen las firmas).
Hasta el general Escalona, ex intendente y el viejo del Toro estaban entre el grupo.
Ahora veremos qué uso le dará Páez a esto. Estoy seguro de que antes de que pase mucho tiempo, las autoridades, por instigación de él, adoptarán algunas medidas más potentes hacia actos federativos. Termómetro, 23 a las 7 y 24, a las 4. El doctor Williamson y el señor Gibbs, [de la comunidad] del Topo, cenaron con nosotros.