A fin de que la gente pudiera opinar con completa libertad, a primeras horas de esta mañana todas las tropas fueron retiradas del convento de San Francisco así como de la parte alta de la ciudad, y no pudo verse ni un oficial, ni un solo hombre de uniforme. La reunión se celebró alrededor de las 12 y me dicen que fue muy concurrida por toda la gente importante, así como por los más respetables propietarios y habitantes de Caracas. El intendente preludió, y se pronunciaron algunos discursos interesantes, y se decidió que debería convocarse la Gran Convención de los Estados por un método legal y constitucional, por medio de peticiones al efecto por parte de los delegados del presidente y al Congreso, y que al congregarse los Estados, que no sea después de enero próximo, se proponga un gobierno federativo, sobre principios tan cercanos al de los Estados Unidos como lo permitan la naturaleza, los hábitos y el estado del pueblo de Colombia. La asamblea se caracterizó por gran alegría y animación y, al cerrarse, los principales actores y el pueblo, acompañados por música, fueron a ver al general Páez para informar a S. E. de los resultados: él les habló con el mismo espíritu de moderación que hasta ahora ha señalado sus actos y conducta. Luego insistieron en que se uniera al grupo con sus oficiales y se llevó a cabo un desfile general por las calles, con gran decencia y alegría aparentes ante los resultados de los debates del día. El coronel Uslar cenó conmigo y el doctor Murphy, que es el médico de Páez. Velada en casa de Ackers. Termómetro, 23 a las 7 y 25, a las 4.