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Capítulo III La última estancia de Bolívar en Caracas
1827 enero 08 - julio 05
La última estancia de Bolívar en Caracas
1827 enero 08 - julio 05
Caracas

Nada nuevo. Bolívar reconoce que la deuda interna asciende a 71 millones de dólares, en papeles, que debe pagar el Gobierno. Son centenares los individuos que han especulado desenfrenada y muy usureramente con los papeles; comprándoselos a los necesitados por entre el 5, 25 y 60 por ciento, y se me ha informado fehacientemente de que apenas hay un empleado del Estado que no haya tenido el dinero de este a su alcance y no haya traficado con él en esta especulación antipatriótica: me dicen que el vicepresidente Santander tiene papeles de estos por valor de dos millones que, probablemente, no le costaron más de 200.000 dólares, los cuales, casi con seguridad, o eran del país, o parte del préstamo británico. Es notoriamente conocido que la mayor parte de lo que la Gran Bretaña adelantó ha sido inútilmente dilapidado en ostentaciones innecesarias, en la mesa de juego, o nefariamente dividido entre los patriotas que ocupan altos cargos, y que los oficiales y soldados, o los comerciantes, que tenían cobros pendientes con el Estado por servicios o contratos, han sido pagados con papeles del Gobierno sobre las distintas aduanas del país, con los que estas arpías han estado especulando, sabiendo bien que con el tiempo que se tardaría en cobrarlos se desvalorizarían. Los robos, imposiciones, fraudes y falsificaciones que se han cometido durante estos 6 años de la administración de Santander, son increíbles, e incluso al término de nuestra conmoción, los de la intendencia militar de Páez, al enterarse de la proximidad del Libertador, extendieron en una semana más de 80.000 dólares en vales sobre las aduanas de Puerto Cabello y La Guaira (que seguramente era entre la mitad y un cuarto de su valor) a algunos de los comerciantes criollos y extranjeros honestos, pues de estos últimos tenemos algunos tristes ejemplares. El capitán Rola, que ahora pertenece al estado mayor del Libertador, cenó conmigo. Han cambiado sus principios; empieza diciendo que el Código Boliviano parece convertirse día a día en lo que desea el pueblo, y que no se merece nada menos que ¡una forma despótica! Y así va el mundo en general, donde los intereses personales privan sobre los principios. Velada en casa de O’Callaghan. Termómetro, 21 a las 7 y 23 a las 4. No ha llovido. Mi corazón anhela desesperadamente la llegada del paquebote: cuento literalmente cada día que pasa.

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