Hoy la ciudad estaba bastante llena de gente por la partida de la guardia de corps del presidente, su personal doméstico, el equipaje, etc., etc., que viajan en dos bergantines alquilados para la ocasión a las casas de Ackers and Co. y Quil and Mc Whirter, ambos con bandera colombiana. El calor es intolerable, y aún más la constante transpiración. Gracias a Dios, mi cuartel general está en Caracas, que es un paraíso relativo. Esta mañana el coronel Wilson recibió cartas de Bogotá, traídas por un oficial que había salido de allí el 7 último, y en las que se decía que el día 6 se había realizado en el Congreso un debate animadísimo y muy turbulento, relativo a la doble renuncia del presidente y del vicepresidente de la república. Como la del primero fue rechazada por una mayoría de 50 a 24 y la del segundo por una mayoría de 70 a 4, el Libertador, sin hacer el menor esfuerzo, directo o indirecto, sigue siendo jefe de la república y reclamado inmediatamente en la sede del Gobierno, para que tome las riendas de este en sus manos. Esta noticia ha producido regocijo universal y a nadie más que al ministro británico, puesto que ahora se lleva al primer funcionario del Estado en toda la plenitud de su poder, mientras que si no se hubieran aclarado las cosas, tal vez hubiera llevado a Cartagena a Bolívar, un simple general de la república, pues parecía que las intrigas de Santander podían lograr que el Congreso aceptase la renuncia del presidente. Ahora, el gobierno británico no puede censurar el paso dado por el señor Cockburne al aceptar el deseo del Libertador de viajar en el Druid. El señor Cockburne ofreció una pequeña cena en su hotel, y todos bebimos ardientemente por el éxito del Libertador y de sus actos futuros para dar felicidad y estabilidad al Estado. Termómetro, 30 grados a las 6 de la tarde.