Un cielo hermoso y claro y un sol brillante, igual que nuestras relucientes mañanas de enero en Rusia. Por medio del cartero nos enteramos que los coches no podían pasar de Andover, de modo que mañana tengo esperanzas de regresar a Londres a tiempo para cumplir mis citas del próximo sábado. Sir John me entregó dos cartas, una para Jane y otra para el señor Picard, de Hull. El tiempo se está suavizando poco a poco: hacia el atardecer empezó a llover y deshelar, ¡¡ay qué clima!! y, por supuesto, el numeroso grupo que debía comer aquí hoy se vio encadenado por la inconstancia del tiempo, pues todos viven a 8 o 10 millas de Redenham. De todos modos no nos quedamos completamente solos, pues el señor Ashton Smith, diputado y célebre cazador, acompañado por su linda y joven esposita y su muy sencilla hermana ya entrada en años, lo afrontaron todo para hacerle honor a la hospitalaria carne del baronet. La conversación durante la comida versó sobre los zorros de lord Portsmouth y el nemrodismo en detalle. No obstante, considerándolo todo el «Poderoso Cazador» estuvo de muy buen humor (contrariamente a lo que de él se dice). Su señora no dijo mucho, pero si se puede juzgar por su mirada y expresión, no le falta ni espíritu ni sentido común. La hermana solterona tiene 30.000 encantos para contrarrestar la depreciación de unos 50 años de edad y de un rostro muy basto; pero los 30.000, a los ojos de muchos, convertirían a la dama en joven y bien parecida. Jugamos a las cartas y a las 11 salieron a enfrentarse de nuevo a los caminos y la obscuridad, y a las 12 de la noche los confortables habitantes de Redenham estaban metidos en la cama calentita.