Esta mañana a las cinco salí para Caracas acompañado por el señor Lievesly, y llegamos a las 9 y media. Encontré a la casi totalidad de sus habitantes masculinos de servicio militar —todas las tiendas cerradas— y, según el informe del comandante en jefe Arismendi, los descontentos de Río Chico y alrededores del Apure eran tan numerosos que se requerían las más rígidas precauciones, cuando lo cierto es que su fuerza por ahora es pequeñísima, pero nuestro valiente y libertador general lo ha exagerado tanto todo y tomado medidas tan estrictas, que si Páez no llega rápidamente (se le espera en cualquier momento) vamos a tener una revuelta en la capital.