Llegó el tan esperado correo de Bogotá. Las tropas alzadas bajo el mando de Justo Briceño en Socorro fueron incrementadas por las del coronel Ximénez, y juntas marcharon sobre Bogotá, capital esta que cañonearon y sitiaron alrededor del 24 de agosto. El día 27 una fuerza poderosa salió de la ciudad para atacar a los atacantes y, apenas lo habían hecho, ya estaban derrotados, perdiendo 2 piezas de artillería y 150 hombres entre muertos y heridos. Los insurgentes (si así puede denominarse la fuerza de Briceño) perdieron 50 hombres, y el 29 Bogotá capitulaba. En uno de los artículos de las condiciones de capitulación se insiste en que todos aquellos implicados en la conspiración del 25 de septiembre habrán de ser enviados a Cartagena, o sea Arrublas, 2 Montoyas, 2 Azueros, Márquez, el coronel Gaitán, L. Barriga, el general Manilla y el doctor Vargas. Ni en el preámbulo ni en el cuerpo del documento se menciona el nombre del Libertador: la petición es para protección del gobierno y desaparición de los opresores gobernantes. No obstante, se ve a las claras que todo es obra de los amigos de Bolívar, aconsejados entre bastidores por S. E. Sin duda, cuando el momento sea oportuno, hará su entrada en el escenario de la acción, por lo menos cuando se lleve a cabo la vieja farsa de pedirle que vuelva a tomar las riendas. De ser así las cosas, guerra tendremos, y sangrienta será, entre el reino y Venezuela. Páez no cederá, pues tanto él como la gran mayoría de los ciudadanos, militares y gente próspera están profundamente comprometidos, y la ruina es lo que espera al jefe o a su tierra natal.