Llegó el correo de Bogotá con correspondencia fechada hasta el 9 de septiembre: todo tranquilo. El gobierno [de Bogotá] ha enviado una delegación a Cartagena rogando al Libertador que regrese, y vuelva a tomar en sus manos las riendas del gobierno. El coronel Campbell me escribe que todo lo ocurrido recientemente, y lo que ocurre actualmente, fue y es el deseo espontáneo del pueblo, o sea sin ninguna influencia militar (¿cómo se tomó la ciudad?), lo cual es absurdo, pues no se ha producido revolución alguna o tomado una posición en este país sin los militares para imponer respeto a los deseos secretos del pueblo. Actualmente todo está en calma, y espero que así continúe, no solo entre nosotros, sino también entre Venezuela y Cundinamarca, a pesar de la gran falta de patriotismo que impulsó a las cabezas de Valencia a hacer lo que han hecho. Como la perspectiva central parece irse abriendo, me temo que sean muchos los que tengan que bajar la cabeza y tragarse su orgullo, y reconocer una vez más como jefe supremo a Bolívar, al que ahora tan desalmada y desagradecidamente se execra y difama en su propia tierra natal. Cabalgué hasta casa de los Aldersons. El coronel Stopford cenó conmigo.