Buen tiempo, pero abrasadoramente cálido. Hace un par de días hubo un fuerte temblor de tierra, pero como ya me he acostumbrado a los ruidos y estremecimientos terrestres por su frecuencia, el miedo se ha disipado (como sucede con el temor que se le tiene a las cosas que se repiten una y otra vez) y no creo que el corazón me dé un latido más de la cuenta hasta que se derrumben a mi alrededor las iglesias y casas. Se han vuelto a interceptar cartas de los bolivarianos procedentes de Curaçao, pero no traen nada de importancia. Están llenas de las más falsas afirmaciones hacia S. E. en cuanto al país y sus esperanzas, y agregan que lo único que quieren son medios, embarcaciones y armas, y que al desembarcar toda Venezuela se pondrá a favor de Bolívar: ¡una grandísima mentira!