Oraciones en casa del coronel Stopford. El tiempo se va calentando sensiblemente.
Segunda entrada
Vino a verme el coronel Rola al regresar de Casanare. Me dice que positivamente Páez obtendrá los poderes que necesita, pero que está decidido a hacer todo lo que esté en sus manos para solucionar las diferencias existentes sin batallas ni sangre (porque ya ha habido batallas sin sangre en este asunto) y que piensa reunirse con el general Monagas en un sitio y fecha determinados con este fin. No obstante, por lo que respecta a las facultades, requiere que se le concedan aquellas que necesita para poner punto final al asunto, sin tener que perder tiempo remitiendo la cuestión a un indeciso cuerpo de legisladores. El coronel también me dice que ha llegado un enviado de Bogotá (vía Cartagena) y fue puesto en tierra en Puerto Cabello por el barco de guerra británico Grasshopper, del capitán Erskine. Las noticias de allí dicen que la ciudad fue sitiada por los generales Luque y Portocarrero, y que la mayoría de las tropas había desertado, abandonando a Montilla, quien se esperaba que se rindiera dentro de poco a los generales antedichos; y también que todas las provincias de la Nueva Granada con excepción de cuatro se habían deshecho del gobierno de Urdaneta y se habían proclamado a favor del Partido Liberal que actualmente sitiaba a Cartagena. De aquí que, si Obando ha derrotado verdaderamente a las tropas de Bogotá y resultan ciertas estas últimas noticias, la Gran República es une affaire finie.
Por lo que se refiere a nuestra capital, circula un informe que le ha puesto otra vez los nervios de punta a los temerosos habitantes. On dit que uno de los Monagas ha entrado a Santa Lucía a la cabeza de 1.400 hombres y no puede dejar de estar a las puertas de Caracas mañana, lo cual, para mí, es una grandísima mentira, «un despreciable invento del enemigo (bolivariano)». El señor D. O’Callaghan cenó conmigo.