El general Páez ha dejado sus deberes oficiales de presidente en manos del segundo magistrado de la república por quince días, período que considera suficiente para resolver el asunto pendiente entre Cisneros y el gobierno. El general se ha llevado a varios de sus amigos militares. Vamos a ver en los próximos diez o doce días el resultado de la condescendencia de S. E.; y creo que debe de ser la primera vez en la historia que el gobernante supremo de un estado o reino haya ido a ofrecer en persona la paz y la amistad personal a un asesino y ladrón, llamándole amigo mío y compadre, considerándose esto último en estos países como un vínculo más sagrado que los de la sangre, religión u honor.