Se han recibido cartas recientemente del general Santander, quien ha llegado a Nueva York, y expresa el deseo de visitar Caracas camino de Bogotá cuando regrese a Colombia. Esto no puede permitirse, pues nuestro inestable estado actual se acentuaría con semejante visitante, al igual que los planes, bajo cuerda, para una futura unión con algunos (incluso en el poder), junto con el antiguo fermento bolivariano, no podrían sino añadir fuerza a mucho descontento subyacente y decepción partidista, mientras que si se deja tranquila a Venezuela durante otros 24 meses disfrutando de su independencia, este fermento junto con mucho descontento desaparecerán, y todas las quejas y espíritu partidista deberán consolidarse, o más bien identificarse, gradualmente, con la satisfacción nacional actual, y trabajar gloriosamente para la prosperidad de Venezuela bajo el estado actual de cosas. Hace tiempo que se conocen las ambiciones de Santander, de modo que es peligroso dejarle que nos visite en su viaje al centro. Uno de sus grandes objetivos es, sin duda, el de hacer insidiosamente las paces con Páez, quien no puede ni debe estar nunca en relaciones amistosas con él, más allá de las de un magistrado principal. De hecho, las autoridades del Gobierno actual harán mejor en mantener fuera a Santander, pues ya se me ha insinuado (desde cargos de buen peso en el Gobierno) que después de los cuatro años de Presidencia de Páez, se intentará unir a ambos Estados bajo la tutela de Santander. ¡Qué política miope y ruinosa! La anarquía y la discordia civil serán el resultado.