Qué lección noble y moral es la vida del gran descubridor de este nuevo mundo, pero qué singular mezcla mental: sentido brillante, magnanimidad, mojigatería, y el más inquebrantable favoritismo hacia su idea fija, que fundaba en los viajes de Marco Polo y el Judío Veneciano. Colón es ejemplo de uno de los muchos grandes y buenos hombres, que tan cruel y vilmente han sido tratados por los diferentes reyes y países a los cuales tan ardiente e ininterrumpidamente han servido y beneficiado, pero creo que nunca hubo un súbdito, grande hombre o héroe (aunque se le haya cubierto de estima y honores con la mayor prodigalidad) que, en su fuero interior, no haya pensado que su conducta no ha sido lo suficientemente apreciada o recompensada. Yo mismo he oído al glorioso lord Nelson expresar (incluso a mí) sus sentimientos en este sentido; y lady Hamilton se me quejaba una y otra vez de la ingratitud de la Gran Bretaña hacia su idolatrado almirante. Pero, claro, todo esto ocurría antes de la batalla de Trafalgar.