El 7 de junio de 1830 regresé a estas costas, con la esperanza, con la promesa también, de que al cabo de cinco o seis meses habría terminado mi segunda estancia. El gabinete cambió, y aquí estoy desde hace tres largos y tediosos años. Este día me abre el de 1833, y permita el cielo que pueda (si es que me da vida para ello) pasarlo dentro de la fe y el temor de Dios, y por el honor de mi rey y mi país. Si es así, no me pesará. Atareado todo el día escribiendo un despacho al Foreign Office sobre el estado (hasta donde han llegado) de mis negociaciones relacionadas con los tenedores de bonos colombianos, pero ahora más específicamente vinculadas con Venezuela. No se puede hacer nada en este asunto, hasta que cada cual sepa qué le corresponde. Quiero decir con esto: Nueva Granada, el Sur y esta república. El señor Thorburne sigue enfermo en casa del señor Mocatta. El doctor Vargas dice que mañana pondrá fin a sus sufrimientos. Pasé la velada allá.