Un diluvio con muchos truenos durante la noche, que continuó hasta las 10 de la mañana de hoy. No hay noticias oficiales del general Páez, pero su silencio parece tener nerviosos a los héroes revolucionarios en cuanto a la estabilidad y éxito final de su empresa. Creo que ya es bien conocido que el general Carabaño bajó a la fortaleza de Puerto Cabello, y que ha declarado que la va a preservar para las autoridades constitucionales y el general Páez. Se fue de esta ciudad en la mañana del día de la revolución. Me encontré con él hacia las 8, y le dije: «¿Qué sucede, Carabaño, a dónde va usted?». Me contestó: «No lo sé, pero aquí no tengo nada que hacer, de modo que me voy a La Guaira esta mañana, y de allí a Puerto Cabello». Se me ocurre que Valencia y nuestro puerto de allá abajo, son los dos únicos sitios a los que se ha hecho declararse por el «nuevo orden de intenciones». Copio más adelante el pronunciamiento por las reformas de la ciudad de Valencia reimpreso en Caracas, pero creo que hay una parte que añadir, a saber, que una guarnición de 700 hombres se ha pronunciado a favor de las reformas. ¿Por qué una ciudad de tierra adentro, de rango muy inferior al de la capital, ha de tener 700 hombres de guarnición, cuando la capital, Caracas, apenas tiene 300? Esto no me huele bien. Ayer respondí al oficio del general Briceño, pero si el tratado llegase mientras estos están en el poder, voy a encontrarme en un aprieto en cuanto a quién es quién. Esta, sin duda, es la más grave de todas las revoluciones; y por temor muchas familias se están yendo, así como verdaderos rebaños de mujeres de las mejores familias. Creo que solo hay dos extranjeras (británicas) en estas condiciones, las familias Alderson y Mocatta. La primera se va, creo, a La Guaira u otro sitio. La segunda, seguramente a La Guaira. Los O’Callaghan son fijos y se quedan pase lo que pase. Todo dependerá de «José Antonio», porque lo que sea, bueno o malo, será repentino. Han llegado cartas de Bogotá fechadas hasta el 7 de junio. El Congreso ha concluido sus sesiones allá sin aprobar o rechazar el tratado fiscal sobre las deudas interna y externa, de modo que habrán de pasar otros doce meses antes de que vuelva a tratarse el tema. El Sr. Gramlich vino a verme para preguntarme cómo debía contestar el oficio del general Briceño Méndez, y dice que el grupo [de los insurrectos] está atribulado por el resultado de Puerto Cabello y el silencio de Páez; que el general Ibarra ha sido mentalmente afectado por paroxismos temporales, que no son nada envidiables. No ha repicado una sola campana en San Francisco desde que entraron allí las tropas, pero de las dos, sin lugar a dudas eran preferibles las campanas. Los tambores, las trompetas y las borracheras son peores.
Pronunciamiento por las reformas de la Ciudad de Valencia.
República de Venezuela. Cuartel General de Operaciones. Valencia, 14 de julio de 1835.
A Su Excelencia el General en Jefe Santiago Mariño.
Excelencia:
En este momento esta ciudad se ha proclamado a favor de los mismos principios que había proclamado Caracas, y que La Guaira ha repetido. La guarnición, compuesta por setecientos hombres y encabezada por todos los oficiales retirados que residen aquí, estalló en hurras al General Páez, proclamándole Jefe Supremo de la República, y al más antiguo de los libertadores, General Santiago Mariño, nombrándole Comandante General del Ejército Libertador. Ni un solo ciudadano ha intentado oponerse a la proclama, y parece que todos están convencidos de la justicia y necesidad de nuestra insurrección. Todas las tropas de Venezuela pronto repetirán este sano grito, y el país estará salvado. Con sentimientos de consideración y respeto soy, etc., etc. El Coronel (firmado)]. de D. Manzaneque.
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República de Venezuela. Comandante General del Ejército de la Provincia. Valencia, 15 de julio de 1835, 25° de la independencia y 1° de las reformas.
A S. E. el General Santiago Mariño, Jefe Supremo, etc., etc.
Excelencia:
La guarnición de esta ciudad, con el deseo de equiparar su procedimiento con el de las que en Caracas han proclamado la causa de las reformas, declaró anoche su decisión de unirse a ellas; y este cambio se ha llevado a efecto sin ninguna clase de desórdenes, al contrario, todos han proclamado la observancia de la constitución y las leyes siempre y cuando estas no se opongan inmediata y directamente al justo deseo de perfeccionarla. Fue inevitable separar del mando a quienes tenían el mando general de la provincia, en cuyo lugar he sido colocado por elección de la Guarnición, y esta ha sido la única innovación efectuada hasta el presente, y probablemente la única que se haga. Por lo tanto, el gobierno de la provincia y todos los demás magistrados han permanecido incólumes en sus puestos, y deben hacer cumplir la ley como fuente de orden y paz pública.
Mientras invocábamos las reformas teníamos que contar con la cooperación de S. E. el General José Antonio Páez, que tanto se ha esforzado por la causa común. Por lo tanto, una comisión ha partido a ver a S. E., encargada de imponerle de la actitud en que nos hemos colocado, y nuestra decisión de exhortarle a que sea nuestro jefe, y seguir la dirección que él juzgue preferible para obtener mejor el bien que esperamos en nombre de la comunidad. Tengo a honra comunicarlo a V. E. confiando que no puede dejar de ser satisfactorio para quienes han proclamado en Caracas la causa de las reformas, descubrir que sus excompañeros de armas de Caracas coinciden totalmente con ellos en una empresa que se ha hecho necesaria para el bienestar y futura prosperidad de Venezuela. Con sentimientos de la más alta estima, etc., etc., etc. (firmado) Manuel Cala.
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Valencianos: Los militares, que tantas veces han arriesgado la vida para conquistar la independencia oyeron el quejido de los pueblos y hoy han desenvainado la espada para respaldar la gloriosa proclama de Caracas y La Guaira. Después de destruir el ignominioso yugo de España, la libertad parecía asegurada y terminada la tarea de los héroes. Pero nuestros congresos nos han enterrado en un caos de leyes contradictorias, que lejos de mejorar el estado de los pueblos, promueven la disociación, destruyendo el sagrado dogma de la igualdad.
Reformas gritó Caracas: reformas repitió La Guaira; Valencia exige también las reformas y se adhiere totalmente a la proclama de esas ciudades, como lo harán todas las demás en Venezuela. Las medidas puestas en práctica podrán parecer violentas, pero no había otro camino. El Congreso hizo caso omiso del llamado de los pueblos, y el Ejecutivo pretendió acallarlos por la fuerza; ya había entrado en el sendero del terror y en Maracaibo ya se veían cenizas y sangre.
Ciudadanos de Valencia, no tenéis nada que temer: vuestras vidas y propiedades serán respetadas y defendidas por quienes os dieron patria y libertad. Que tiemble solo aquel que pretenda oponerse a la avalancha del pueblo. Valencia, 15 de julio de 1835, 25 y 1 de la reforma, (firmado) J. de Dios Manzaneque.
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República de Venezuela. Secretaría General. Departamento del Interior. Carta circular. Caracas, 17 de julio de 1835—, 25 de la independencia y 1 de las reformas.
Sr. Gobernador de la Provincia.
El 15 del presente, toda la ciudad de Valencia, presidida por las autoridades locales, ha hecho su solemne proclama uniéndose con los votos de Caracas para las reformas; la comunicación oficial que S. E. el Jefe de Estado acaba de recibir de allí será publicada por bando hoy, y tengo la satisfacción de informarle por adelantado de estas felices noticias, por orden de S. E. Soy su seguro servidor (firmado) Pedro Briceño Méndez Gobierno Político Superior de la Provincia. Caracas, 17 de julio de 1835.—25 y 1°. Publíquese por bando según lo ordenado por el Señor Secretario General de S.E. y hágase circular entre las partes correspondientes. El Secretario Encargado, Ramón Landa, etc., etc.