Anoche llegó un comisionado a La Guaira trayendo una carta de Monagas a Páez, de la naturaleza más insultante, en la que pide la entrega del Sr. Level de Goda, un gran sinvergüenza que está en la cárcel y que vino de Cumaná como gobernador de Mariño, nombrado por la facción, pero fue apresado al desembarcar en La Guaira, no sabiendo cómo las cosas habían cambiado en Caracas. Por supuesto fue denegada la exigencia. El general Páez está encolerizado ante el insulto no solo al gobierno sino a él, pues Monagas le dice que ahora le hará pagar el haberse visto obligado a abandonar sus ideas de regenerar al país en 1831, y que le mandará y castigará en la capital. Al oficial, un tal capitán Padrón, le ordenaron no esperar más de tres días la respuesta de Páez, y este personaje se condujo en el mismo tono hacia todos los de aquí. En Barcelona, nuestro héroe ha sido declarado por el partido, públicamente en la iglesia, «traidor a su país». Hay un señor Acevedo que vino expulsado de allí, y dice que se han hecho las más arbitrarias exacciones a la gente de todas clases y países para recoger dinero, y que la fuerza que han reunido es de unos 2.000 hombres. Todos los jefes que salieron de aquí el 29 último están allá, y el general Monagas se hace llamar «jefe superior del oriente»; el general Mariño «jefe de operaciones militares»; el general Justo Briceño manda la columna avanzada de tropas. Se proponen invadirnos con el general Ibarra en el centro y Carujo en la retaguardia. El general Briceño es «jefe del estado mayor del ejército». La decisión de la región oriental en rebelión contra la república ha decidido a Páez a arrojar el abrigo de la misericordia y la mano que ofreció a estos insensatos hombres faltos de principios, y se dispone a vengar a su país y el insulto personal que se le ha hecho a él y a su honor patriótico. Quiera Dios que el éxito corone sus esfuerzos, que tenga la satisfacción de purgar la república de sus peores y más indignos hijos.