Ídem... Escribiendo todo el día. Firmé el Tratado de abolición de la esclavitud, concertado entre esta república y la Gran Bretaña. El señor Santos Michelena, ministro de Finanzas y Relaciones Exteriores, fue mi colega plenipotenciario. Los capítulos y condiciones fueron los siguientes:

Declarar la trata finalmente abolida en todas partes del mundo. Tomar medidas efectivas para impedir que los ciudadanos de la República se dediquen a ello [la trata] bajo una ley penal que inflija el más severo castigo a las personas que se descubran dedicándose a este tráfico. Que la ley de piratería será aplicable al dicho tráfico por la legislación de los países respectivos, dentro de los dos meses siguientes al intercambio del Tratado. Que los cruceros de una u otra potencia podrán visitar los navíos de las dos naciones, que sean sospechosos, sobre bases razonables, de estar dedicados a la trata, podrán detenerlos o alejarlos, a fin de que se les sentencie, etc., etc., y que se acuerde mutuamente cierto acto o instrumento sobre la base del Tratado propuesto, relativo a las instrucciones para los navíos de ambas naciones destinadas a evitar la trata, cosa que se hizo debidamente en el anexo letra A. Habiéndose firmado debidamente el Tratado, el período de intercambio se fijó en 10 meses después de la fecha de la firma, o sea el 10 de mayo de 1837, en Caracas, fecha de nuestra última conferencia.